A uno siempre le han gustado los discos no encasillables. Estar en terreno de nadie hace que le tome un irracional cariño a grupos generalmente incomprendidos dentro de las diferentes escenas. Fang Island, a medio camino digamos de unos Baroness y el indie-rock con vistas al power-pop, son un ejemplo.
El quinteto de Brooklyn evoca el optimismo y esto es algo que va desde los niños de la portada de su homónimo segundo álbum, a los fuegos artificiales que empaquetan el disco o las guitarras en predominante clave mayor que inundan el disco. Porque este es un disco muy guitarrero (nada menos que tres guitarristas hay en la banda), lo que sin duda redunda en el aire progresivo de sus composiciones. Así no extraña que su intro «Dreams of Dreams» o «The Illinois» cuenten con riffs tan proclives al heavy metal.
Si tenemos que hablar de canciones potentes en cuanto a estructura más allá de la agradable sucesión instrumental habría que destacar por supuesto el lado pop de «Daisy», acentuado por la presencia vocal, la casi tribal rítmica de «Treeton» y «Sidesweeper» con su heavy pop muy reminiscente de Torche, sus melodías y giros totalmente triunfales. Sorprendentemente «Life Coach» podría entrar en cualquier disco de indie sin tanto amor por la divagación rockera, como Vampire Weekend o unos Animal Collective más mundanos.
La épica obviamente les encanta pero aquí no hay drama, no hay oscuridad, si acaso algo de melancolía que puede palparse en la lenta ascensión de «Davey Crocket» como un cántico espiritual. Y su viaje, aunque conectado, se divide en movimientos de duración pop y se ve despojado de cualquier ansia conceptual que no sea la celebración de la vida.
La única banda que se me ocurre que ha logrado tal brillantez melódica de las lides del prog-rock en los últimos tiempos son Trail of Dead, con quienes tienen bastante en común. Aún así Fang Island abordan el tema desde una perspectiva mucho más instrumental haciendo al oyente partícipe del disfrute de jugar con las guitarras en «Careful Crossers» o «Welcome Wagon» de una forma que Pelican o Russian Circles no lo consiguen al asirse a los patrones del metal.
¿Prog-rockeros con sensibilidad pop o indies que se pirran por el guitar hero? Tal vez sólo sean la lógica evolución del indie-rock tras superar el post-rock y el post-hardcore, pero dejémoslo en uno de los discos de rock alternativo más sugerentes y adictivos de la temporada y que suenen los fuegos artificiales.