Una sóla escucha del disco de edredón me bastó para valorar una propuesta atrevida en el panorama indie nacional. No quiero decir con esto que todo el resto sea un oceano de aburrimiento, pues somos entusiastas de muchas cosas, pero si que hay ciertos estilos más enraizados y a los que muchos se lanzan con el objetivo de dar el pego. Los madrileños se arriesgan con un debut alto en kraut-rock, synth-pop y electrónica rockera. Reducen su campo de acción a un segmento en principio pequeño de saturación de sintetizadores y guitarras y allí crean un universo que resulta más expansivo de lo que parece.
La muy kraftwerkiana «Querido Pedagogo» sienta las bases. Sonidos que eran futuristas hace décadas, voces con filtros robóticos y una estructura ascendente en busca del clímax. Se trata de un tema correcto pero que no hace justicia a lo que luego vendrá. Similares ingredientes dispuestos de forma más dinámica hacen de «Sopena» una maravilla del pop sintético que se recrea en su sonido ochentero para finalmente colisionar con la artillería bailable de Primal Scream y desarrollar melodías evocadoras de paisajes, a lo Mogwai si cambiaran sus guitarras por teclados.
La máquina ha empezado a girar y «Dialéctica (Entre L’Humain Et La Machine)» muestra su lado más grave y chirriante. Lo más sorprendente de su escalada maquinal es que no conformándose con el hipnotismo kraut, nos sorprende con giros melódicos de guitarra bastante impropios de la electrónica y mucho más del heavy metal. Es una sensación verdaderamente extraña y que dice mucho de la destreza del quinteto fundiendo géneros. Antes ya habíamos sufrido una letal dosis de oscuridad a ritmo de batería donde las guitarras se cruzan con sintetizadores en «W3», tema que tanto por ambiente fatalista como por lírica, recuerda a la época en que Lagartija Nick abrazó la electrónica.
Atmosférica y de controlada duración, «Tom» supone ese coger aire, pieza menor que cumple su meditativo papel antes de que «La Bola de los Anillos» capte la atención con ritmos, guitarras y sintetizadores potentes desde el primer momento. Baile hipnótico durante once minutos con ecos a la electrónica en los que incluso cabe alguna sonoridad orientalista. «El Último Viaje de Larry el Delfín o Muerte de un Delfín» registra el momento más pop, atmosférica e irreal, nos hace acordarnos de El Columpio Asesino. Y ya por último «Canguro» puede que sea el tema más indicado para meterse en la música de edredón por ser a la vez la más agresiva con esos gritos y la presencia de distorsión guitarrera en un tema apto para la pista de baile, al estilo 90s.
Un disco fulminante de láseres y alarmas al que si pudiéramos le borraríamos la, entre cómica e irritante «Bautismo» a la cual para ser más preciso, le sobran esos susurros como de anuncio de perfume. Un tema, no exagero, que puede causar una impresión terrible sobre un disco, que por lo demás se coloca entre lo más interesante del panorama, máxime en lo que a nuevos nombres se refiere.