Tras muchos años de envidiable reinvención del rock progresivo con The Mars Volta y ruptura con cruce de declaraciones, poco tardaron Cedric Bixler-Zavala y Omar Rodríguez-López, los pelochos del post-hardcore, en volver a unir sus caminos con Antemasque. Lo hacían tras el fracaso (actitudinal sobre todo) de la reunión de At The Drive-In sobre los escenarios, por lo que el proyecto parecía una solución de término medio, una suerte de rock alternativo que parecía, con todas sus pegas, que era lo más parecido a nuevas canciones en la onda At The Drive-In que íbamos a ver.
Pero contra todo pronóstico, At The Drive-In se volvieron a reunir. Esta vez prometían disco. Jim Ward no estaba a bordo de esta aventura. El pánico cundía. No hay que olvidar que At The Drive-In eran aquella banda que se prendió fuego en el momento en que el éxito les llegó. Continuar desde ese punto de ebullición y desmarcarse del rico pero pesado legado de The Mars Volta parecía una tarea titánica.
Pues bien, podemos decir que la banda, completada con Tony Hajjar, Paul Hinojos y para esta ocasión otro ex-Sparta (y ex-Engine Down, Keeley Davis), ha parido un disco de 11 cortes afilados y combativos, fiel a su estilo y con una producción algo más pop, sobre todo en la voz. Aparte de eso, no hay una evolución palpable, han trabajado duro por rebajar la sofisticación instrumental y entregarse a esos mismos sonidos emo que apasionaron al mundo hace 15-20 años. «Tilting at the Univendor» o «Incurably Innocent» aportan el toque de punk-pop más volatil con melodías furiosas pero vitalistas, mientras que «Torrentially Cutshaw» o «Call Broken Arrow» ponen la carga pesada con guiños a viejos hits de la banda.
Fraseados paranoicos, patrones dislocados, guitarras disonantes al borde del colapso nervioso… puede que haya algún autoplagio sangrante, pero el balance es muy positivo, el de una banda que se ha vuelto a empapar de su sonido pasado y ha sabido recrearlo. Hemos visto a muchas fallar en esta tarea últimamente. La mayor pega es que han centrado esa búsqueda en el punk-rock, olvidando los matices y cambios de dinámica que les pusieron muy lejos de ser otra banda gritona más. Así, «in•ter a•li•a» es puro At The Drive-In, pero no está todo At the Drive-In en «in•ter a•li•a».
Tampoco sería de recibo dar a entender que este retorno llega envasado al vacío, esquivando las referencias a The Mars Volta. Si bien el salto de una banda a otra fue pronunciado, no se entendía aquel iniciático «Tremulant EP» sin la onda expansiva de la explosión de At the Drive-In. La pasión por el groove psicodelico ya se iba cultivando y aquí se sigue viendo ya sea de forma evidente en el rock 70’s de «Continuum» o en esa suerte de retorcido estribillo de «Governed by Contagions», por otro lado uno de los temas fuertes del disco.
Y es que hablamos de un disco no perfecto, pero en el que todos los temas son como mínimo competentes y distribuyen bien la intensidad a lo largo del minutaje. No en vano para el final queda «Ghost-Tape No.9», el medio tiempo necesario (no será «Invalid Litter Dept.» pero emociona con su afectado toque soul) y «Hostage Stamps», quizá el tema que mejor ilustra las buenas intenciones de este regreso. Un regreso con mucha energía en el que el riesgo queda aparcado, quién sabe si a la espera de una próxima entrega.
«in•ter a•li•a» no es una obra que poner al nivel de «Relationship of Command» ni tampoco de «In/Casino/Out» (¿de verdad somos tan ilusos?), pero no se queda tan atrás como la nostalgia y las ganas de estar de vuelta de todo nos imponen a veces. Si el nuevo disco de los tejanos deja una decepción de fondo, bien podría ser la de los fans que envejecen peor que sus ídolos.