Es complicado encontrar una formación que, con más de 35 años de carrera llegue al hito de los 10 discos siendo relevante. No solo relevante para los fans, sino manteniendo un espacio en la música contemporánea. Deftones nunca se han ido de esa palestra y su personal estilo, que revistió de matices un género a priori tan estacional como el numetal, ha sabido enganchar con generaciones posteriores. Sin embargo, «Gore» y «Ohms» flojeaban en el apartado compositivo y dependían más de las ganas del fan de escuchar más cosas de Deftones que otra cosa. El propio «Ohms» era un disco con pretensión y atmósfera, pero monótono y con escasos ganchos. «Private Music» es una clara mejora en ese aspecto.
El disco abre con los aires stoner de «My mind is a mountain» a modo de space-rock brutal y continúa en este ambiente furibundo con «Locked Club», adornada con fraseos de Chino en las estrofas, algo que demuestra que no hay miedo de hacer guiños a su pasado más chandalero. Bien podemos tomar «Private Music» como uno de esos discos resumen de carrera, uno de esos momentos en que una banda asimila todas sus facetas y con ello tira para adelante.
Es «Ecdysis» el primer tema deslumbrante, a la vez poderoso y con misterio, merced a su contagioso groove de bajo y a una estructura escurridiza en la que es difícil saber cuál es el estribillo, ya que la parte melódicamente más triunfal (con inflexiones que recuerdan a Tool) solo se repite una vez. Es un perfecto ejemplo de lo complicado que es desenmarañar un buen tema de Deftones; todos los instrumentos tienen su parte, hay una densidad sonora casi tangible y por si fuera poco los efectos electrónicos terminan por llenar todo. El citado «grower» junto a «Infinite Source» con su adictivo riff y explosiones melódicas que te abrazan, conforma el primer momento ilusionante del disco.
«Souvenir» es quizá por el contrario el pasaje más gris del disco, tiene mucho espíritu Ohms e incide en esa fórmula de metal duro hiper-ambientado y espacial. Tanto que beneficia enormemente el revulsivo de la enérgica «cXz» con Cunningham desgarrando las densísimas guitarras con cada golpe de baqueta, como un tren de mercancías chirriando en la vía. Un momento tan bueno como otro cualquiera para pensar en lo atemporal que suena todo esto: la forma tan orgánica que tiene la banda de avanzar hace casi imposible citar una influencia nueva en su composición o producción.
Pasado el ecuador, encontramos el corazón del disco y lo que hace que el nivel suba unos cuantos puntos respecto a sus últimas obras. «Milk of the Madonna» es con mucho, el tema que levanta los ánimos del disco y lo más afortunado, no suena a ninguno de sus viejos éxitos. De hecho, a lo que más recuerda el flow de guitarras es a un hit rockero que podrían haber hecho Smashing Pumpkins en su momento, pero sonando 100% a Deftones. En torno a semejante mastodonte se articulan la balada shoegazera «I Think About You All the Time», no por formulaica menos agradable de tener en el disco, y después el callejero ataque de «Cut Hands» junto a la más melosa «-Metal Dream», ambas con nuevos ecos del rapeo.
El final con «Departing the Body» es taciturno e interesante desde la curiosa apertura de Chino en plan crooner y si bien funciona como atmósfera de cierre, no llega a ser épica. En realidad, un poco la magia de Deftones es esta construcción de ambientes que a veces se concretan en canciones memorables y otras se quedan en simplemente sonidos intrigantes o confortables, ambas cosas a la vez si hay suerte. Y en este disco hay un poco de todo, la perla instantánea, la que se descubre tras varias escuchas y también alguna que no saldrá jamás de su concha.
Sonando a lo de siempre, pero con píldoras de rareza suficiente para ofrecer una escucha estimulante, «Private Music» se siente como una ligera remontada para Deftones. Probablemente haya tenido que ver que Stephen Carpenter se ha visto relegado a un segundo plano de la banda por decisión propia y Chino Moreno ha dejado los proyectos paralelos aparcados. El caso es que suena por primera vez en años a una banda que se siente viva y, aunque no va a encontrar su lugar en un top 3 discos de la banda, «Private Music», va a competir con pupilos como Turnstile o Deafheaven a mejor disco alternativo del año. No es poco decir para una banda de cincuentones que hace mucho tiempo que firmó sus páginas de mayor gloria.