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Decemberists, The – What a Terrible World, What a Beautiful World

Decemberists
Capitol, 2015
Productor: Tucker Martine
Banda: Colin Meloy, Chris Funk, Jenny Conlee, Nate Query, John Moen

Géneros: , ,

8.0

A mi madre le gustan The Decemberists. A diferencia del 99% de cosas que escucho, al parecer, pues un día me recalcó que esta música que salía de mi computadora sí le gustaba. Tantos años de sufrir a un hijo con extraños gustos sonoros, finalmente habían llegado a algo productivo. De este hecho diferencial parto para mi reseña de lo nuevo de la banda de Colin Meloy, un grupo que ha conseguido alzarse al top del indie con un sonido pop-folk. Este «What a Terrible World, What a Beautiful World» no es sino otro paso hacia ese clasicismo, dejando cada vez más atrás cualquier efectismo y centrándose en canciones, tanto composición como ornamento.

Adelantado por la maravillosa «Make You Better», una de esas tonadas que dan ganas de cantar hasta la extenuación, sí es cierto que este álbum necesita varias escuchas para descubrir joyas que rayen a una altura similar a las de su pasado reciente. Puede haber un problema en su hora de duración, algo excesiva para lo que nos tenían que decir, que es poco y mucho a la vez. Por eso, lo hacen a través de canciones que raramente destacan pero sí llegan a ser eso que las revistas extranjeras llaman «growers».

Un poco de rodaje bastará para enamorarse de la apertura de «The Singer Adresses His Audience», que explota del folk a la grandiosa psicodelia o de la vitalidad orquestal de «Cavalry Captain», pistas de por qué la prosperidad de The Decemberists va en detrimento de otras formaciones del pop indie que se han quedado atrás, como Death Cab For Cutie. Y es que mientras los de Colin Meloy se aferran al pop más luminoso y universal en «The Wrong Year», ahondan en la tradición americana con un tino que ya quisieran los Black Keys en temas como «Carolina Low» y «Better Not Wake the Baby».

El resto del disco se sucede así entre sonidos más o menos retro («Philomena»), exquisiteces al piano («Lake Song»), gravedad soul («Till the Water Is All Long Gone») y western tétrico («Easy Come, Easy Go»). Claroscuros de una banda de pop con exquisitos arreglos multi-instrumentales que manejan al dedillo. Sin duda, hay momentos genéricos y quizá se detecten un par de temas que sin llegar a ser mediocres, hacen de lastre hacia el final. Pero no hablo precisamente del épico cierre orquestal de «A Beginning Song» que cierra el disco bien arriba.

Puede que The Decemberists sean hoy esa banda gafapasta venida a mas y que muchos los escuchen o escuchemos porque toca. Pero en el carácter agradable, atemporal y ageneracional de su música es donde reside su secreto. Y gracias a mi madre, sé que es muy probable que «What a Terrible World, What a Beautiful World» seguirá gustándome si llego a viejo. Ponédselo a vuestras madres.

 

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1 de enero de 2015