La explosión de bandas de guitarras que la escena nacional está viviendo nos ha pillado algo desprevenidos. Nunca hemos sido de la tontería de que «el rock está muerto» pero parece que las guitarras y en concreto, los 90 siguen desatando pasiones en chavales que no llegaron a vivirlos.
En este sentido, el segundo disco de los mallorquines/madrileños Cora Yako se aleja de un debut más orientado al pop nuevaolero. El hecho de que este segundo sea homónimo nos da a entender que es un nuevo comienzo, que la banda ha encontrado el sonido en el que se siente a gusto. Y es concretamente el sonido de una banda que ha desempolvado una caja de vinilos CDs de sus padres, conteniendo el «Super 8» de Planetas, el «Without a Sound» de Dinosaur Jr., el azul de Weezer y el «Siamese Dream» de Smashing Pumpkins. Unas coordenadas que en general no distan mucho de las que han llevado a sus compañeros de escena La Paloma a firmar uno de los discos del año.
El disco se compone de 10 cortes con gancho sin excepción, sea en estribillos o riffs, con la única pega de que hay guiños a las citadas bandas que son evidentes en exceso. Así, no hay que asustarse si en «Mil Formas de Morir» escuchamos «Feel the Pain», o «Campamento Krusty» suena como un collage entre «Say it Ain’t So» y «Today». Es un sonido glorioso, de poso shoegazer y alma pop, que nos deja grandes temas como la anestesiante felicidad de «Beso en un Portal» que trae ecos de DIIV, los aires nostálgicos del hit «Fin de Semana» o el encomiable manejo del medio tiempo (asignatura troncal noventera) que es «Uno entre un Millón».
Por supuesto, el uso del castellano otorga a la propuesta un carácter distintivo ya que el cuarteto no se aventura por las psicodélicas sendas de Los Planetas (si bien temas como «Días Nuevos, Días Viejos» entroncan con sus primeros tiempos más explosivos), pero tampoco se ciñe a las blanditas propuestas de lo que normalmente se ha catalogado como «indie» en este país. Están el mismo filón que los mentados La Paloma aunque, si los de Tetuán coqueteaban con más estilos, en el caso de Cora Yako todo es más homogéneo y contenido.
Cora Yako, el álbum, parece una sólida piedra sobre la que crecer, apropiarse de un sonido prestado y avanzar hacia composiciones más arriesgadas y letras más personales.