Si la evolución de Cloud Nothings les llevó de la candidez adolescente a la agitación post-hardcore, los algo más felices días de Dylan Baldi y el reconocimiento de su trabajo, soplan hacia terrenos más calmados.
En «Life Without Sound» gana la estructura clásica y las melodías vencen sobre la oscuridad. Los comienzos se prometen muy luminosos con el pop de «Up to the Surface», el indie-rock de «Things Are Right With You» o la encantadora y vibrante «Internal World». Cierto es que nunca han estado lejos de esas zonas pop, pero aquí Cloud Nothings se presentan como herederos de la tradición del rock alternativo más melódico; el de Weezer, Ash y la cara más soleada de los Smashing Pumpkins.
¿Es el tono más alegre un problema? No lo parece. La dupla del single «Modern Act», himno que lleva aires vitalistas a su estilo de siempre, con «Sight Unseen», resulta gloriosa. Y eso que esta segunda comienza sin mucha personalidad, pero Baldi nos vuelve a someter a un ejercicio de soberbia extensión para lo que parecía una canción simple. En todos los discos tira de algún truco así («Pattern Walks», «Wasted Days») y aquí se contiene mucho en ese aspecto, pero algo queda.
En cuanto al nervio algo más retorcido, durante la mayor parte del disco apenas se muestra en el rock de «Darkened Rings», donde Baldi anima el pogo con riffs muy rítmicos. Tenemos que decir que suena tan divertida como un tanto forzada en su contexto y poco apropiada para el nuevo estilo de producción. Tampoco el rock alternativo algo pasmado de «Enter Entirely» les va a hacer alcanzar la gloria pese a su dramática afección postgrunge. Se trata de temas simplemente correctos, algo a lo que Cloud Nothings no nos tenía acostumbrados.
La verdadera negrura se reserva para el final. «Strange Year» parece empeñada en romper la placidez del disco creando un clima grave y alienante, echando mano de los rugidos, las guitarras disonantes e incluso pianos fantasmagóricos. «Realize My Fate» cierra el disco en un tono de creciente tensión percusiva. Tiene, desde el título, algo de western indie-rock y de forma no inesperada aparece una gravísima distorsión anticipando los bramidos del músico que vacía aquí lo que queda de rabia.
Las claves de «Life Without Sound» son un sonido algo más clásico y un cierto pero ni mucho menos total desvanecimiento de los demonios de Dylan Baldi. El músico busca deliberadamente ver la botella medio llena aquí y no es algo que admita crítica. Al margen de eso, resulta un disco con un puñado de grandes canciones, pero de carácter más discreto que sus dos anteriores obras.