La psicodelia nacional nos sigue deparando alegrías. Desde Martos, Jaén, provienen Blam de Lam, última revelación en esta línea con su álbum de debut “La máquina y el movimiento”; disco que, efectivamente y tal como indica su título, es un artefacto propulsado por la propia energía cinética de sus canciones que las lleva hacia lugares insospechados dentro del rock independiente.
A pesar de las comparaciones, casi inevitables por estilo y localización y hasta cierto punto aceptables, que puedan hacerse con Lagartija Nick y Los Planetas, el quinteto se esfuerza por escapar de esa losa del indie andaluz ahondando sobre todo en la vertiente lisérgica y espacial. Así, a pesar de ciertos momentos más pop como “Ensoñación” o “Dadme sal” (aunque atentos a los efectos de theremin) se nota su predilección por la expansión y la búsqueda sónica en la mayor parte del álbum.
Así nos encontramos con un tema tan sideral como “La química”, en delicioso crescendo sintético hasta su explosión final; el rock futurista de “Los Ángeles”; momentos shoegaze como “Plano secuencia” e “Instinto” que los emparentan con otras bandas de la escena como Blacanova; o el juego cuasi-kraut de “Omniacorde”. Las letras, además, ayudan a crear una determinada atmósfera por su temática entre misteriosa y truculenta.
Puede que en esencia Blam de Lam no hagan nada nuevo, que lo suyo lleve inventado desde los tiempos de Spacemen 3 y luego Spiritualized y Spectrum, pero no cabe duda que ponen todo el cuidado del mundo en lo que hacen (ayuda haberlos visto en directo) y creen firmemente en su envolvente sonido. Música de las esferas para darle al play y dejarse llevar en órbita abierta.
