Cada día una mentira. Frustrante y dolorosamente cotidiano título para esta segunda entrega de Ainara Legardon, cantautora bilbaína afincada en Madrid, desde donde lleva su carrera discográfica. Una trayectoria que comenzó como vocalista de Onion y entró en una fase laureada por la crítica con «In the Mirror», su primer salto en solitario. Temas tristes y arrastrados en una conjunción perfecta voz-letras-instrumentación son sus señas de identidad y su segundo disco lejos de defraudar alcanza cotas más altas dentro de ese afán de sacar algo bello de la desolación.
Las primeras muestras de la sobrecogedora voz de Ainara y de lo dentro que es capaz de llegar ya a primera escucha, las tenemos en Hope Defeated. Bajo tan revelador título se esconde un lento y lúgubre reflejo musical de las esperanzas rotas. Este concepto de desesperanza se volverá a plasmar en Last of your Hopes, áspera y polvorienta, repleta de incertidumbre a través de su desarrollo de guitarras. Más entregada a la soledad es The Winter Sun, desangeladas cuerdas en una canción repleta de amarga belleza.
Dry Years nos muestra la gravedad más descarnada en uno de los temas más accesibles, jugueteando con el jazz. Es en este punto de resaltar el gran trabajo de la banda tanto en los momentos en que hay que aportar fuerza como en los que la tensión se recrea de un modo más contenido. Es caso este el de Each Day a Lie, un tema perfectamente hipnótico con una repetitiva melodía que te punza el alma y acerca a Ainara a divas con mayúsculas como Tori Amos o Björk. Arrebatadora y minimalista, los arreglos de cuerda ponen la guinda. La cantante también se muestra dulce en la deliciosamente bella y austera Real.
La tensión regresa en Needed, envuelta en niebla y oscuridad irreal con sus graves percusiones. Este viaje fantasmagórico prosigue en A Second of…, tal vez el pasaje más intimista en un disco repleto de dolorosa introspección. La crispación instrumental creciente que siempre encuentra el contrapunto en la delicada voz sugiere que Ainara amansa a la banda cuando canta. Una voz realmente terapéutica que en la susurrante Without parece invitarnos a escupir fuera todo el sufrimiento como punto final a este sombrío trayecto.
Como una droga que actúa lentamente en nuestro organismo pero de forma irreversible. Así actúa «Each Day a Lie» impregnando al oyente de todo el sentimiento que Ainara sabe canalizar con ayuda de guitarras, órganos, armónicas, violines, violas, etc. Merece un reconocimiento popular tanto ella como una banda de caché con Chris Eckman (Walkabouts) a los controles, Carlos Torero (ex Radio Futura) a la batería, David Jiménez (ex A Room With a View) al bajo y Hannot Mintegia y Ager Insunza de los gernikeses Audience. Una vez más, Ainara se acerca con su sangrante folk-rock a los espíritus de Nick Cave, PJ Harvey o Thalia Zedek pero con una personalidad propia. Algo sin lo cual un trabajo como «Each Day a Lie» no tendría sentido alguno.