Y llegamos al top diez, compuesto ya por álbumes que renovaron sonidos ya preexistentes en décadas pasadas para ponerlos de nuevo de actualidad o, directamente, discos que cambiaron la forma de crear y percibir la música moderna, cuya influencia sigue vigente a día de hoy. No hay muchas sorpresas ni he querido pecar de oscuro, pero cualquiera de estos cinco trabajos merecen ni que sea un par de escuchas por cualquier melómano que se precie…
10. SOUNDGARDEN “Superunknown” (1994)
“Superunknown” salió a la venta un mes antes de la muerte de Kurt Cobain y supuso el tardío reconocimiento masivo para estos veteranos del grunge. En cierto sentido podría considerarse el ‘canto de cisne’ del movimiento, su última gran obra maestra, aunque aún surgieran más grandes discos por parte de Pearl Jam, Alice in Chains o Screaming Trees. Pero como valor en sí mismo este álbum se lleva el premio a mejor disco de hard rock de la década, aunque facturado por una banda alternativa a fin de cuentas. Ya que están los hits que todos tenemos en mente: “Black Hole Sun”, “Spoonman” , “The Day I Tried to Live”… pero también la muy groovie “My Wave”, el punk de “Kickstand”, la sabbathiana “4th of July” y esas gloriosas rarezas de Ben Shepherd “Head Down” y “Half”. Uno de los pocos discos que pueden mirar a la cara a los clásicos de Led Zeppelin y Black Sabbath, en definitiva.
9. U2 “Achtung Baby” (1991)
Más que por la calidad de sus canciones, que es asombrosa, siempre he creído que la gran revolución de “Achtung Baby” es su producción. Bono y compañía podrían haber decidido seguir viviendo de los réditos de “The Joshua Tree” y las discutibles incursiones en el blues de “Rattle and Hum”, pero en su lugar junto a Brian Eno y Daniel Lanois decidieron crear el sonido a seguir por el rock alternativo de la década. Abrir con “Zoo Station” seguro que hizo a miles de fans mirar de nuevo la portada a ver si eran U2 lo que sonaba, lo mismo que con “The Fly” o “Until the End of the World”: sonidos irreconocibles, saturación, samplers… que convivían gracias a la habilidad de los mencionados a las mesas con canciones de sonido más convencional pero de igual valía como “Ultra Violet” o la inmortal “One”. Sinceramente, sin este álbum no creo que “Ok Computer” y otros muchos discos posteriores sonaran igual.
8. FAMILY “Un soplo en el corazón” (1993)
En Donostia llueve a menudo. De eso Javier Aramburu e Iñaki Gametxogoikoetxea saben un rato por lo que, en pleno nacimiento del Donosti Sound, se ocuparon de que existiera un disco que, al escucharlo, pareciera como si lloviera sobre nuestro corazón. No sé si el esfuerzo creativo les agotó musicalmente para siempre o qué paso, pero lo cierto es que su trayectoria se quedó en “Un soplo en el corazón”, álbum que destila una magia y sensibilidad únicas. No es que posea un sonido especialmente original, un poquito de New Order, algo de chamber pop, canciones en general de pop de siempre; pero la sencillez de las melodías y las letras deslumbran de una manera que, para mí gusto, aún no se ha superado a nivel nacional y casi que internacional. Canciones como “La Noche Inventada”, “El bello verano”, “Viaje a los sueños polares” o “Dame estrellas o limones” forman parte de la consciencia colectiva del indie de aquí. Y es que se trata de una de nuestras piedras rosetas, de esas que hay que cuidar y valorar con el mayor de los cariños.
7. NEUTRAL MILK HOTEL “In the Aeroplane Over the Sea” (1998)
Reconozco que hasta hace unos años desconocía la existencia de la banda de Jeff Mangum y no fue hasta leer los parabienes que se le dedicaba a su segundo y último disco por toda la red que le dediqué una escucha. Y vaya escucha. Ya de primeras me pareció un discazo como los hay pocos, plagado de increíbles temas poco domesticados y salvajes, entre los que estaban el luminoso pop del tema título, aún a día de hoy su tema emblema; el paso del folk, a la psicodelia y finalmente el punk de las tres partes de “The King of Carrot Flowers”, el himno noise “Holland, 1945”, el crescendo de la siempre reivindicable “Ghost”… en definitiva, once canciones que han ayudado a definir gran parte del indie de los últimos lustros, siempre bien entendido desde un emblema de calidad como es Merge. Ahora sólo nos queda ver si cumplen con su esperado regreso al directo, porque de continuación en estudio ni hablamos, ¿no, Jeff?
6. MY BLOODY VALENTINE “Loveless” (1991)
Kevin Shields entiende My Bloody Valentine como medio para alcanzar la integración total entre ruido y sus opuestos: armonía y melodía. No lo consiguió con ninguno de sus EPs ni con su primer disco, sino que tuvo que esperar hasta su segundo largo. Y es que, ya con la perspectiva de más de dos décadas, no se entiende la historia de la banda irlandesa como otra cosa que la consecución de este fin: el que empieza con el trueno arrollador de “Only Shallow” y culmina con la extraña atmósfera de “Soon”. Imposible averiguar la unión de loops, pedales, reverbs y filtros (y los miles de libras) que se necesitó para sonar como suena esta obra maestra sónica. De hecho, tal fue la revolución que al álbum enseguida se le quedó pequeño el género al que a priori debía pertenecer, el shoegaze, y prácticamente cerró la escena hasta su refinado revival mucho después. Hasta el año pasado Shields no se atrevió a darle continuidad, con un “m b v” satisfactorio para muchos pero, inevitablemente, continuista.
Mis discos favoritos de los noventa (Parte IV)
Mis discos favoritos de los noventa (Parte III)
Mis discos favoritos de los noventa (Parte II)
Mis discos favoritos de los noventa (Parte I)