Parecía que hacía una eternidad desde que Za! no pisaban suelo bizkaino. Sobre todo dado que justo en esa eternidad es cuando el dúo alcanzó un estatus de culto mucho mayor. Si los tiempos previos fueron el secreto mejor guardado del rock experimental peninsular, con «Megaflow» la cosa se fue de madre y propios y extraños se rindieron a la magnífica fusión (nunca esta palabra nos sonó tan bien) de los catalanes. Lo que no parece de justicia es que tengan que tocar en un recinto tan pequeño aquí cuando ya son una banda aplaudida en medio mundo. Pero fuera lamentos, que eso no cabe en el universo de la banda.
Con anterioridad, los miembros de Eten junto a Inazio Escudero (aclaración de la propia banda: pese a ser anunciados como Eten, finalmente se presentaron en formato trío e hicieron una improvisación conjunta. Nosotros pensamos que se trataba de la banda con nueva alineación tocando temas nuevos) pusieron a prueba al público con su ruido experimental. Han pasado de dúo a trío, añadiendo guitarra «solista» pero curiosamente su música es menos música, más juegos de voz, más ruiditos y desafines aquí y allá y un todo que quizá pasa por momentos interesantes cuando el efecto de los loops comienza a crear tramas densas, pero que en general resulta vacío. En todo caso, añoro a los Eten de hace unos años, divertidos, impactantes y sorprendentes. A los actuales, con poco de esos tres adjetivos, no dan muchas ganas de volverles a ver o desde luego no con el calor infernal que hacía en el Sentinel.
Por esto último salimos todos a tomar el fresco entre conciertos, como es habitual. Los Za! salen también, armados de baquetas y trompeta. Los Za! se van al parque de al lado. Los Za! se abrazan. Los Za! comienzan a tocar la trompeta y a aporrear barandillas metálicas, papeleras, señales de tráfico… y a susurrar. Es el comienzo paciente de esa ya icónica «Calonge Terrassa, Kalon-Jah! Tewra-ssah!» y de esta forma finalmente llegan a la entrada y nos conducen, ejerciendo Papa DuPau de trompetista de Hamelin, hasta el piso de arriba del garito donde comienza ya la rabiosa electricidad, la orgía del loop y demás maquinaria sintética que maneja el dúo.
Acto seguido arrancaron con esa poderosa épica trompetera de «Súbeme el Monitor», también con Spazzfrica Edh demostrando ese poderío a la batería, tanto en los momentos más esquizofrénicos como en los grooves más marcados y hasta levantándose en la parte hip-hop del tema para hacer descacharrantes bailes con la lanza de una armadura de atrezo (el Sentinel es un garito más heavy que el viento, aunque muy abierto a la hora de albergar conciertos). La verdad es que, una vez asimilada la maestría musical y creativa del dúo, hay que reconocer que su ausencia de ridículo en el escenario es parte vital de ese buen rollo que transmiten. Ambos nos obsequiarían con mucho flow de brazos y caderas a lo largo del recital.
Apostaron fuerte por «Wanananai» y así, con «El Calentito» nos metieron en ambientes salseros que nos llevaban a los 70 más sabrosos, mientras que en «Hotto!» el hipnótico juego de voces les quedó lamentablemente algo sepultado entre su propio ruido. La «Gacela Verde» tan teutona, cobró vida en directo haciéndose mucho más orgánica y directa que en disco y entonces es cuando anunciaron que les quedaba una canción y ante los abucheos por tal declaración acordaron entre ellos que tocaban otra. Esperábamos que se guardaran algún as en la manga porque nos sabía a muy poco, incluso a los que teníamos el tiempo justo para coger el último metro.
Así una inesperada «PachaMadreTierraWah!» nos hizo bailar antes de esa chillona y divertidísima «Gran Muralla China». Y es que esa es la clave de Za!, verles sonreir y reirse interpretando canciones propias como si fuera la primera vez que cometen esa travesura en directo, te hace disfrutar a ti como partícipe de ello. Más o menos ya tenían un concierto redondo y en el que habían dejado a la gente más que satisfecha, pero aún así nos acordaríamos de «Casamance#3», «Nanavividedeñaña» o «Mobutu». Pero aún que daría un final por todo lo alto.
Es difícil ya en disco hacer una música tan complicada y a la vez divertida como la del dúo. Pero con Za! en directo uno no se dedica a escrutar los pedales, ni a admirar su multiinstrumentismo. Al menos no por mucho tiempo, el instinto te hace dejarte llevar por la magia de un par de tíos que te llevan del kraut al hardcore, el tropicalismo, el noise, lo tribal y terminar homenajeando sin pretensiones a iconos del rock alternativo como el «Loser» de Beck y acto seguido el «Spoonman» de Soundgarden. Y ojo, que aquí el Sentinel sacó todo su euskalflow con los láseres de luz. Menuda fiesta y lástima que cayera en martes.