Con tanto buen momento musical vivido en el Centro de Arte 2 de Mayo de Móstoles ha llegado un punto en que uno olvida que está ante conciertos que suceden en la azotea de un museo y no en una sala o auditorio propiamente para conciertos. Por eso no tenía mucho sentido indignarse con que la anunciada puntualidad del concierto de Yacht y Edredón en Móstoles se retrasara una hora, con el consiguiente recorte de la actuación de los norteamericanos. No, porque esto no se trata sólo de conciertos.
Las llamadas Picnic Sessions no siempre tienen los conciertos como protagonistas de las mismas, pero incluso cuando lo son sobre el papel pasan a segundo plano ante los regalos gastronómicos y las cervezas a un euro. En esta ocasión, la última jornada de picnic de su programación de 2011, contaban con la gente del Restaurante Mugaritz de Renteria que hasta preparó una paella (de sólo arroz) que fue lo que finalmente apareció en los periódicos y lo que al fin y al cabo movilizo a la inmensa mayoría de gente que llenaba a rebosar la azotea.
Edredón comenzaron tarde y lastrados por el desinterés general. Tanto que hasta ellos mismos me transmitieron un pasotismo enorme, llegando a su momento álgido cuando se quedaban con las manos en los bolsillos mirando sus teclados. El inicio fue muy plano, machacón y aburrido, pero cuando se dedicaron a repasar los temas de su muy buen debut la cosa cambió drásticamente. Para cuando ya habían conseguido conectar verdaderamente con su público, los de Carabanchel ya tenían que ir abandonando el escenario mostoleño. Esperaremos a otra ocasión más propicia, porque sus temas lo merecen.
Con Yacht la cosa fue bien distinta y en seguida consiguieron meterse a la gente en el bolsillo, ya sea por esa simpatía que desprenden o por cómo el precio de la cerveza había vuelto a ayudar a las ganas de fiesta a asomar. Los temas de su reciente nuevo disco «Shangri-La» lastraron bastante el ritmo apasionado del concierto, pero las dos cabezas pensantes del grupo (Jona y Claire) supieron contrarrestar con una presencia escénica sensacional. Cualquier concierto en un recinto como el que nos ocupa crece en calidad, así que sin ánimo de magnificar la situación el evento fue a más hasta terminar el set normal con su público salvajemente entregado, entre otras cosas por las visitas a las gradas de su cantante Claire.
Dado que la terraza-ático del centro de arte es colindante a varias casas, el concierto debía terminar en torno a las doce de la noche. Al final consiguieron que el corto repertorio del grupo norteamericano obtuviera el merecido premio de un bis ante el deleite y jolgorio de un público que ya había invadido el escenario previamente pero que tuvo que volver a hacerlo en plena versión electro del «Breaking The Law» de Judas Priest. Curiosamente encendió mucho más que sus imparables hits «Summer Song» y «Psychic City».
Nos despedimos con una sonrisa en la cara de las Picnic Sessions hasta mayo del año que viene. Esperemos que no haya que lamentar una masificación como la del otro día para las próximas ediciones, aunque haya que congratularse por ser eso un merecido premio al trabajo del CA2M.