Fin de semana extrañamente rico en ofertas musicales en la capital hispalense y alrededores; circunstancia que, si se sigue repitiendo, podría comenzar a propiciar la rivalidad por el público objetivo entre salas o eventos de la ciudad, algo prácticamente inédito por estos lares hasta ahora. Y es que si bien por un lado teníamos las actuaciones de bandas clásicas del pop español que no nos incumbían precisamente, como son Hombres G y No me Pises que Llevo Chanclas; por el otro, el Plátano Sónico de Utrera con Triángulo de Amor Bizarro y Klaus & Kinski si que podían afectar al aforo de Malandar de esa noche.
Probablemente la actuación de esos pesos pesados del indie patrio a escasos 30 km por autopista, unida quién sabe si al poco conocimiento o desinterés por parte del público hacia la propuesta de estas chicas, a pesar de ser la única fecha del Heineken Music Selector en Sevilla, hicieron que esta primera actuación de las Vivian Girls en la ciudad se presentara poco halagüeña a sólo unos minutos de la hora oficial de comienzo. Y es que a las puertas, los asistentes iban llegando y entrando con cuentagotas entre algunos repartidores de flyers que dudo si pudieron terminar con su remesa; mientras que ya dentro la pista estaba vacía y el escaso personal, menos de una veintena a casi las diez en punto, esperaba cómodamente sentado en los asientos de la sala.
Por suerte, el poder de convocatoria del power trío femenido resultó ser mayor que el que pensamos en un primer momento y, a las y media, y con otros tantos minutos de retraso, podía decirse sin exagerar que la sala estaba a la mitad, con sólo el fondo realmente vacío. Fue entonces cuando subieron las tres chicas Brooklyn a defender su noise-pop entre azucarado y adolescentemente aguerrido.
Venían a presentar «Share the Joy», su tercer trabajo y que, por sorpresa, pusieron a la venta en el stand de la sala, sin que hubiera noticias de su adelanto de salida al otro lado del charco, aún a día de hoy con fecha de Abril. Con varias «esta es nueva canción», intercaladas entre parte de lo más granado de sus trabajos anteriores, nos presentaron sus nuevas composiciones, de carácter claramente más pop y psicodélico y que, en general, sorprendieron gratamente. Temas como «The Other Girls», «Dance (If You Wanna)» o «I Heard You Say» contaron con el beneplácito de un público demasiado estático para un concierto de noise-pop bastante bailable, si exceptuamos al puñado de adolescentes de primera fila, entre los que Katy incluso bajó a poguear unos instantes.
La pelirroja y dulce bajista fue la que llevó la voz cantante en cuestión de contacto con el público; nada más poner el pie en el escenario soltó varios ‘Muchas gracias’, ‘viva España’ y ‘viva Sevilla’, y entre canciones nos hizo saber que sabía ‘un poquiño’ de español. Por el contrario, Cassie permaneció estoica como aguerrida líder, seria y con movimientos más violentos que los de su sonriente compañera, aunque nos agradeció sinceramente nuestra presencia y se dirigió a nosotros en alguna ocasión, aunque siempre en inglés.
Volviendo a la música, lo más celebrado fueron quizá momentos de su debut, como «All the Time» y, sobre todo, «Wild Eyes», y quizá por ello aún se les tiene en muchos círculos como una panda de chicas que hacen ruido con cierto aire amateur. Pero la realidad a día de hoy es que Vivian Girls saben controlar el pop, ya sea con distorsión, al ritmo de una pandereta o con largos y novedosos en su sonido segmentos instrumentales. Y todo manteniendo esa encantadora pose de ‘no sabemos muy qué estamos haciendo’, que tanta controversia como atracción crea hacia ellas.
Probablemente por ello hubiera mucho escéptico en la sala, pero tras cincuenta minutos el talento y el encanto de la formación quedó patente y todo el mundo pidió los bises, que, en el colmo de la actitud, no creo que duraran ni tres minutos para dos canciones. Menos de una hora en conjunto, pero aún así la gente acabó contenta. En otros casos hubiera causado enfados, pero no en éste. Y no se debe todo a caras bonitas, ni mucho menos.