Con el fantasma del cierre de la sala Ritmo y compás detrás, motivando el cambio a una más recogida Wurlitzer Ballroom, se cerró la puerta al legado que Viaje a 800 ha dado al rock más pesado que ha sido nunca creado en la Península Ibérica. Con una afluencia sobresaliente, como era de esperar, se pudo escuchar aquello de que no quedaban entradas disponibles a los más rezagados que intentaban acceder. No vamos a decir que nos alegramos de que haya gente que se quede fuera, pero si que nos contenta que promotores como Nooirax Producciones consiga lo que tanto se merecen.
El pistoletazo más cavernoso posible para abrir llegó de la mano de unos Garuda que cada vez parecen más seguros de si mismos sobre las tablas. Si otras veces hablábamos de una banda insegura en algunas partes del concierto, en Wurlitzer Ballroom se presentaron cómo una banda más robusta y con un David que estuvo perfecto con los gritos guturales. Sonaron temas de su split con Blooming Latigo, pero para dar mejor cuenta del cancionero tocará otra ocasión con un repertorio extenso y «de verdad».
Lo de Codo de luego ya lo hemos contado alguna vez antes, pero esta vez en el sentido más divertido de cuanta explicación previa se haya podido leer. Este dúo es ya algo así como los teloneros perfectos, sobre todo si lo que va luego es una banda más bien centrada en crear ambientes y atmósferas como era el caso que nos ocupaba, ya que a Jaime y Julio lo que les importa es hacernos pasar un rato divertido. Se notó que tienen ya su EP disponible para todos, porque ya no sólo conocíamos esas animadas «Tirabuzón» y «Take Away», pudiendo disfrutar el doble con temas como «Iranian Stallion». No se si fue por la acústica de la sala o por lo festivo del horario, pero me sonaron más a Lightning Bolt que nunca, en el sentido más loco y menos rock del término. Alguien lo comentó y he de dar la razón, aprovechando el estilo que llevan a cabo de bajos graves y batería podría quedar muy bien alguna versión, suponemos que lo suyo sería una de Pennywise (como broma interna).
Los de Algeciras fueron los encargados de cerrar la fiesta y , por extensión, cerrar su propia carrera como banda. El trío estuvo muy centrado y se permitió pocos excesos para tratarse de una despedida. Por un lado le quita heroicidad al evento, pero por otro lo aleja de alguna que otra actuación demasiado pomposa que hemos visto en otras despedidas. No olvidemos que en cierto modo Viaje A 800 presentaba su reciente «Coñac Oxigenado», editado el pasado año, así que el repertorio estuvo reñido entre éste y su más que celebrado «Estampida de Trombones» de hace ya seis años. Del reciente trabajo sobre todo destacaron las que mejor funcionan en el álbum, con «Ni Perdón Ni Olvido» y «Oculi Omnium in te Sperant Domine» como destacadas. Mucho más triunfaron «El Amor Es Un Perro Del Infierno» y «Cabezas De Tungsteno», que fueron coreadas a viva voz por su público, demostrando un cariño que fue devuelto por la banda en todo momento.
Si hay que poner pegas el evento quizás lo pondríamos con poco repaso a su debut «Diablo Roto Dë», quizás más por falta de tiempo (en Bilbao parece que tocaron mucho más, por ejemplo), del que apenas hubo presencia de temas como «Roto Blues» y «Higomon», dejándose en el tintero un tema a priori entre su grupo de mejores como «Cardiolímite». De hecho temas de ese estilo más aguerrido y menos denso faltaron para dar un aire algo más perfecto, si mal no recuerdo se dejaron «Zé» que habría funcionado. Aunque para cuando cerraron el show con una soberbia actuación de los tres (la voz andaluza de Poti siempre ha dado personalidad a la banda, la guitarra de un descamisado José Ángel siempre impoluta y una técnica perfecta de Andrés a la batería) y su público coreando al unísono «Los Ángeles Que Hay En Mi Piel» sólo nos cabía pensar que aunque se prodigaban poco en estudios y escenarios, vamos a echar de menos a una banda clave de la música pesada española.