Hablar de un concierto de Vampire Weekend ahora mismo y caer en la mención a la enorme carga de hype que llevan consigo es inevitable. Aunque de todos modos, tras su visita a España, la cosa pasa a tratarse de algo mucho mas populista que selecto. Y no nos engañemos, que si esto es así es por méritos propios de ellos, sus canciones y un directo perfectamente engrasado. Con su reciente “Contra” se han alejado de su lado facilón y repetitivo (en su caso, para bien), que en directo pulen todo detalle con unas tablas impropias de unos chavales de su edad.
Antes de demostrarnos todo eso sufrimos una ausencia de telonero que provocó muchas quejas dado el elevado precio del evento. Con un sold-out efectivo desde hace muchos meses y con lo impresionante del Teatro Circo Price, es algo que es cierto y falso al mismo tiempo. Porque treinta euros por ver tan solo hora y cuarto de un grupo puede doler, pudiéndose haber solucionado con alguna de las sensacionales bandas que plagan Madrid. Por otro lado, creo que la mayoría del público salió del concierto agradecido por haber visto este concierto en un recinto tan sensacional en cuanto a visibilidad y sonido, en contra de la siempre poco apreciada sala La Riviera o Vistalegre. Estos chicos tan educados aprovecharon bien el Teatro, a pesar de que en las gradas no vimos los bailes que en julio llenarán de fiesta un festival como el de Benicassim.
Todo esto comenzaba con las bases de «White Sky» como inicio más que acertado. Lo que decíamos de las tablas, ahora lo extrapolamos a la inteligencia de saber aprovechar lo mejor de su repertorio para levantar un concierto desde los primeros compases, pero sin llegar a quemar todas las naves: valores seguros de entre algunos de sus temas estrella como «Cape Cod Kwassa Kwassa», «I Stand Corrected» o «M79» entremezclados con los temas de «Contra» que mas suenan al primer disco como «Holiday» o «Cousins». Cuando nos quisimos dar cuenta teníamos a la banda concentrada en el centro del escenario con contrabajo y batería electrónica incluida ejecutando una difícil «Taxi Cab» con una naturalidad pasmosa.
Y es que insistimos en que la capacidad de manejar los tiempos, las arengas de ánimo al público, la duración de las canciones, la unión con las partes grabadas y hasta los bailes quedaron dosificadas en su justa medida. De hecho, hasta de ponerle un pero a todo este sensacional concierto habría que ponérselo en una escena demasiado medido y con poco margen de movimiento e improvisación. Al menos la capacidad de liderazgo compositivo de Ezra Koenig y Rostam Batmanglij se transmite de lleno cuando encima de un escenario comandan cada movimiento musical de la banda neoyorquina. Ellos fueron los que supieron mover la máquina entre dos aguas; con la fiebre desaforadamente bailonga de «A-Punk» y con los cánticos hooligans de «One (Blake’s Got A New Face)» por un lado; con la soberbia y complicada puesta en vivo de «Diplomat’s Son» y de una algo fría «Giving Up The Gun». El final del set, con «Campus» unida a «Oxford Comma», fueron el delirio perfecto.
El bis fue tal que igual de exitoso: primero con una complicada y coreada «Horchata», que gana muchos enteros en vivo, para rematar la fiesta con mayúsculas que supone una unión final de «Mansard Roof» con «Walcott». El propio Ezra indicó que despedir la gira europea en Madrid era lo mejor que les podía pasar, probablemente en clara alusión a que nunca habían pisado la capital. Al final volaron gafas gigantes de broma, aplausos y sonrisas halagadoras. Sin duda alguna si siguen con este trabajo (en estudio y en vivo) tan cuidado y elaborado, la próxima va a tener que ser en una sala de muchísimo aforo.