Una buena cola nos esperaba para cuando llegamos unos veinte minutos antes del comienzo oficial del concierto de Toundra en Luxuria, la antigua y aún conocida así por muchos sala Malandar. Hacía mucho tiempo que no observábamos tal fenónemo ante las puertas de la sala sevillana, cosa que denota lo mucho que se esperaba a los madrileños por estos lares.
Cuando conseguimos entrar, poco antes de la diez, nos sorprendió encontrarnos ya a los teloneros Commonplaces sobre el escenario. No puede decirse que la propuesta de los gaditanos se aleje mucho de la de sus teloneados; aunque encontramos en su música cierto groove que los diferencian, aún así fue inevitable compararlos con la banda, ya un referente, que les seguía. De todas formas, dieron un concierto eficaz y se mostraron encantados de abrir para los protagonistas. Además, sorprendieron con una curiosa reimaginación de la banda sonora de “28 Días Después”.
Poco tardaron en subir Toundra al escenario tras finalizar los anteriores. Sin mucho miramiento ni prueba de sonido, arrancaron con “Ara Caeli”, tema de apertura de “(III)” e ideal para estos menesteres, dado su atmosférico comienzo que va subiendo en intensidad hasta ponernos en situación. Vimos como Esteban pedía que subieran el volumen para alcanzar el nivel adecuado de disfrute. Y es que asistir a un concierto del cuarteto a medio gas no tiene sentido.
Casi sin pausa, la lluvia pregrabada dio paso a “Cielo negro” que mantuvo la tensión conseguida con la anterior. Mientras íbamos viendo pasar la primeriza “Bajamar” y “Marte” nos fuimos percatando de la posición y actitud de cada miembro: Víctor y Alberto sumidos en la recreación del sonido, Esteban, más dinámico y principal foco de contacto con el público y un Álex como pieza clave a la batería, vital a la hora de encauzar esos cambios de ritmo que pasan de la distorsión a la calma en segundos.
Tras la desasosegante “Lilim”, llegó el que para un servidor fue el momento clave de la noche. La dupla “Magreb”/”Zanzíbar” sigue pareciéndome el momento álgido de la carrera de la banda. El prolongado clímax de la primera, que pasa a cierta calma antes de finalizar con tormenta y enlazar naturalmente con la segunda sigue siendo para mi gusto una de las mejores experiencias en directo a día de hoy, fuera de géneros.
Ya exhaustos, acogimos con agrado otra mirada al pasado con “Medusa” y el cierre con la favorita para muchos “Bizancio”, de infinita rabia y melancolía, que funcionó perfectamente a pesar de la ausencia de cuerdas, y la pieza final de su última obra, “Espírita” con la que los cuatro ya se soltaron del todo y dieron fin a hora y media de concierto.
Después, abrazos entre los miembros, sonrisas, fotos, saludos a la gente de Aloud y compañeros de gira que aguardaron todo el concierto expectantes a un lateral. Suponemos que el stand de merchandising echaría humo, y bien merecido, y esperamos que el lleno conseguido por la banda sirva de puerta para que más promotores locales se arriesguen y más grupos del sello (y de otros del centro-norte del país) puedan venir al sur en buenas condiciones. Muchos lo agradeceríamos.