/Crónicas///

Tras una primera jornada a la que no pudimos asistir por causas de fuerza mayor, Tomavistas comenzaba para nosotros en una segunda jornada que abrían de manera muy madrugadora dos propuestas tan interesantes como Cala Vento y sobre todo Her Little Donkey. En plena ola de calor primaveral, el Parque Tierno Galván de Madrid registraba una temperatura terriblemente calurosa desde las primeras horas de la mañana, llegando incluso a ser el protagonista clave de uno de los primeros conciertos en el Escenario Grande. A eso de las 18h, Kokoshca se subían al escenario y tras unos minutos de actuación su baterista caía desplomado por aquello del calor. Todo quedó en susto, eso sí, y son ya la primera banda que estará en Tomavistas 2018.

Siguiendo este hecho el concierto de Los Punsetes, que era sin duda uno de los platos fuertes de esta edición, quedó claramente deslucido por un horario excesivamente tempranero. La jugada estaba clara: poner su esperada actuación a las 19h de la tarde y hacer que la gente acuda prontito al festival. Y la cosa en ese aspecto fue un éxito, porque consiguió que la mayoría de asitentes a esta segunda jornada del festival estuvieran en las gradas viendo a la impasible Ariadna presentar «¡Viva!», pero en lo musical/artístico su actuación quedó algo deslucida por las temperaturas, un público que recién acababa de entrar al recinto y una duración de concierto impropia de lo que se presuponía iba a ser la puesta de largo del nuevo trabajo de la formación en Madrid. Aún así, hubo tiempo para demostrar que los nuevos temas ya son coreados por la parroquía (el comienzo con «Humanizando los polígonos», «Mabuse» y la propia «¡Viva!») que los antiguos han crecido mucho en sus diez años de su particular andadura («Maricas», «Tus Amigos», …)  y que 45 minutos no son suficientes para una actuación en casa de Los Punsetes.

Lejos del escenario grande, el cuarteto Mourn derrochó desparpajo a borbotones en el escenario pequeño. Su segundo disco «Ha, Ha, He!» ha pasado mucho más de puntillas por los medios locales, pero es muy justo seguir aplaudiendo su particular manera de hacer canciones (de SleaterKinney a PJ Harvey, pasando por todo lo que huela a los noventa). Somos de los que no queremos mencionar la edad de sus miembros y nos quedamos mejor con un directo entregado y con una perfección técnica que queda lejos del amateurismo que se podía dejar entrever en sus primeros conciertos. Una pena que el concierto también fuera muy corto, como fue la tónica general en el escenario secundario todo el festival.

León Benavente sin embargo si gozó de una duración de concierto considerable, con tiempo para repasar su amplia discografía. Los de Abraham Boba juegan la liga de las formaciones indies que se patean todos los festivales y que gustan a cualquiera, pero hay que reconocer que su manera de hacer las cosas y de llevarlas al directo están lejos de toda sospecha. Concierto muy aguerrido el de Tomavistas, sin duda, con el propio Boba bajándo a las primeras filas en un par de ocasiones y con un atronador sonido de la sección rítmica que forman Eduardo de Tachenko y César de SchwarzBaywaves tuvieron después que lidiar con tocar a continuación de ellos en el escenario pequeño, pasando sin pena ni gloria por el minúsculo andamiaje de la pequeña explanada que lo rodeaba. 

La noche caía en el precioso entorno del parque y de ese auditorio que gracias a Tomavistas ha sido rescatado del olvido, lo que podría haber sido quizás un momento más para la lisérgica visión psicodélica de Temples y no tanto para el siempre controvertido directo de The Horrors. Pero era el turno de los segundos, que ya llevan bastante tiempo con historias de que si graban disco, de que si lo desechan, de que si dan un directo estupendo o de que si dan otro desastroso. El caso es que la comunión de los británicos con España es siempre buena, contando con otro buen directo que sumar en su haber con el de este Tomavistas. Sonido potente el que tuvieron, aunque con un volumen bajo en la voz de Faris Badwan, pero consiguiendo hacer que todo el mundo se metiera de lleno en un buen concierto de los de Southend lejos de excesos y de momentos locos. No faltaron «Still Life» o «I Can See Through You» de «Skying» así como un buen repaso al «Primary Colours» («Who Can Say» o la inicial «Mirror’s Image» entre otras).

Desde estas páginas hemos seguido muy de cerca la trayectoria de Isabel Fernández, ahora bajo el seudónimo de Aries, desde que apareciera en escena con sus Charades. Ahora con Aries, su psicodélico viaje que tan bien bebe de las fuentes actuales de Animal Collective como del pop perfecto de The Beach Boys, ha conseguido ampliar fronteras físicas y sonoras con directos tan sorprendentes y bien trabajados como los de Tomavistas. Al rebufo de un escenario pequeñito pero con buen sonido (acoples aparte, la tónica general del escenario durante el festival), consiguió meterse a propios y extraños en el bolsillo para llevarlos de viaje a través de armonías vocales preciosas y ritmos imposibles. Una delicia.

Otros que son expertos en armonías vocales son los británicos Temples, sobre todo gracias a aquel sorprendente debut que fue «Sun Structures», situándolos muy en la onda de The Byrds y, claro, The Beatles. En él había poco riesgo sonoro, directamente tomando prestadas todas las ideas de la psicodelia 60’s, pero en este reciente «Volcano» dan un paso al frente con mucho más sintetizador y un ejercicio de estilo más en la onda de Tame Impala, MGMT o Foxygen. Bien, pues su remozado directo va en paralelo a esos nuevos tiempos, con una notable mayor presencia de teclados pero siempre con un aire guitarrero que no termina de perderse. A nuevos temas como «All Join In», «How Would You Like to Go?» o «Certainty» les sienta fenomenalmente bien la tensión e imperfección del directo, tanto o más como . Al falsete de James Edward Bagshaw y a temas como «Keep in the dark», «A Question Isn’t Answered» o (el cierre) «Shelter Song», poca pega puedo ponerle.

A Delorean se les quedó el escenario pequeño minúsculo. Enano. De broma. Me refiero, físicamente, puesto que apenas cabían ellos y sus cada vez más variados cachivaches, pero todavía más a un legado musical que vale oro. Recordaba viéndo al cuarteto de Zarautz (afincado ya ni sé donde) que la primera vez que los vi fue en un festival madrileño en el año 2004, ya dando la nota con su versión de Devo incluída, pero lo que ahora nos presentan es una constante búsqueda por ser únicos y trascender. En Tomavistas dieron un concierto de apenas media hora larga, con lo cual hubo poco tiempo a temas que no fueran de su reciente «Muzik» (para un servidor, su peor disco), pero cuando sonaron «Deli» o «Destitute Time» daba la sensación que lo justo habría sido tenerles cerrando la jornada en escenario grande.

A los canadienses Suuns sin embargo podríamos enmarcarlos en una banda a la que quizás se le quedaba grande el hecho de cerrar el festival con un concierto de buena duración en el escenario más grande, sobre todo dado un estilo mucho más experimental y hasta punk. Pero a tenor de que hubo mucha gente aguantando el tempoal a altas horas de la noche, el experimento salió bien. Mucha pasión, mucha oscuridad, pero también momentos delicados como «Edie’s Dream».

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20 de mayo de 2017