Doble fecha madrileña en la Casa de America y aunque el que escribe estuvo los dos día, me voy a centrar en lo acontecido en el primer día.
Es lo malo que tiene ir el primer día a una sala, bueno, digamos más bien ubicación, que no tiene por costumbre organizar este tipo de eventos.
Muy puntualmente empezó a tocar el telonero, Gabo Ferro, término mal usado en este caso porque no hubo telón ni con Gabo Ferro, ni durante Standstill. Una simple tarima en los jardines de la Casa de América, para un concierto de cantautor con el único acompañamiento de una guitarra española. Buena aunque peculiar voz la de Gabo y manera un tanto stajanovista de cantar, con letras entre lo extrañas y lo poco inspiradas. No estuvo mal para descolocar a la gente, pero todo quedó en una actuación cercana al perroflautismo, más propia del Parque del Retiro, que como apertura de un concierto de Standstill, por mucho que Gabo Ferro tenga varios discos editados.
Lo de Standstill ya fue harina de otro costal, aunque empezó con pequeños fallos de organización, que se solucionaron el segundo día. Por ejemplo, nos tuvieron correteando escaleras abajo, escaleras arriba, ya que nadie informaba sobre dónde iba a tener lugar el segundo acto del concierto. El público tuvimos que entrar completamente a oscuras y sin ningún tipo de visibilidad en el recinto. Una simple cadena y un farolillo solucionaron el segundo día ambas dificultades.
El grupo se dispuso en círculo alrededor del público, sentado en el suelo. Una prescindible proyección sobre los antiguos miembros de la banda de 10 minutos precedió a la primera parte del concierto, en el que la banda hizo un repaso total del disco «Vivalaguerra», comenzando como no podía ser de otra manera, por «1, 2, 3, sombra». Con un ejercicio de coordinación musical, al estar la banda separada físicamente, se fueron desgranando temas como «Aire» o «La Risa Funesta», con algún problema de teclados. En un momento dado el propio Enric, recogía sus bártulos para situarse en el centro del círculo formado por los espectadores, para primero iluminado por luces rojas y sentado, y luego subido literalmente en la silla, con lanzamiento de confetis y globos tocara primero «1, 2, 3, sol» y en plena exhibición go-go, con el público ya de pie, un «¿Porque me llamas a estas horas?», que se convirtió en el contrapunto festivo, rompiendo la total seriedad de la primera parte.
En la última parte, ya la banda en una disposición habitual, pero con bastantes problemas de visión por parte del público al no existir escenario, hicieron un pequeño repaso de «Standstill», que sirvió de broche de oro al concierto.
Las pocas críticas que pueden hacerse al fenomenal bolo, vienen por la comparación con el segundo día, en el que también estuve: mejor organizado, menos gases, con unos bises más amplios que incluyeron «Two Minutes Song» y aunque el concierto estuvo trabajado, debieron currarse alguna diferencia más significativa para el segundo día, porque habiendo visto los dos días, algún gesto, por repetitivo, me pareció un tanto prefabricado.
Pero si no fuiste tan «freak», como yo y estuviste sólo uno de los días, se puede jugar uno sin dudarlo, que esta experiencia en la Casa de América, se va a convertir en uno de los dos-tres mejores conciertos del año. Eso sí, fueron más afortunados los asistentes al segundo día que al primero por lo expuesto, aunque vaya Vd. a saber porqué (quizás porque el segundo día había bastante más gente), el primer día había tubos de cerveza a 2 euros y el segundo solo habia tercios a 5 euros. Para pagar los Camping-Gaz, supongo.