Oportunidad única la que hubo en Bilbao de ver a Shellac, una banda legendaria con sólo cuatro largos(uno de ellos de una pieza) y con el incombustible Steve Albini a la cabeza. Precisamente la extensa carga de producciones que este hombre tiene al cabo del año impide que la banda lleve una vida regular, dejándolo más como un hobby para ellos. Un hobby eso si, que debería hacer caerse la cara de vergüenza a muchos músicos a tiempo completo.
La primera aparición del trío al escenario fue más chocante que otra cosa. Un tema nuevo, con Albini personificando sonidos un tanto esquizofrénicos en su mano, como si se dirigiese a un público de bebes. Tal vez es que vio que a más de uno se le caía la baba. Así pues, graciosa y excéntrica la figura de Mr. Albini desde un primer momento, aunque según avanzara el concierto nos daríamos cuenta de que el verdadero espectáculo es su batería, Todd Trainer. Feo, si, con pinta de politoxicómano, también, pero una verdadera bestia con su instrumento, pese a que esta expresión esté ya muy desgastada.
Pronto demostraron la fuerza de su asalto instrumental y después comenzó el festival de riffs marca de la casa haciendo las cabezas ondear, para enseguida hacer Bob Weston un receso en forma de su habitual ronda de preguntas. El público, aún algo frío no tuvo valor de enfrentarse verbalmente a la leyenda del rock que es el trío esta vez. Si lo haría más adelante satisfaciendo curiosidades tan dispares como la edad del bajista o si le gusta la miel, deparando no pocas risas entre banda y público y demostrando ese nivel de inglés de Opening del que hacemos gala por aquí.
Respecto a lo musical, destacar a un Albini de semblante por lo general serio, pero muy cómico, hasta en los momentos que tuvo que responder siendo cortante con el público irrespetuoso (que siempre hay alguno), reiterando que lo suyo es hacer música y el resto no importa. Y es verdad, era música y a pesar de que es asombroso de ver a esos tres tipos con pinta de antirockstars manejar sus instrumentos, no es necesario el sentido de la vista para sentir la hipnosis y la sublimación del ruido al que nos sometieron. Rabia desmedida para unos músicos simpáticos, para nada subidos en el pedestal al que muchos se aferrarían en su situación. Gracioso fue el momento en el que se pidió que se bajaran las luces y Albini dijo que se suponía que su función era asustarnos para que creyéramos que son importantes.
Depararon muchos momentos míticos, como la apocalíptica «transmisión» de Albini, Todd dándose un paseo con un bombo, los constantes jugueteos entre ellos a ver quién acaba la canción (aplaudir en el momento justo era un imposible) y quién obliga al resto a seguir tocando, etc. Y como no, absolutamente impagable ese momento final en el que Steve y Bob cogen unas baquetas y comienzan a golpear los platos mientras Trainer se enciende un pitillo, se levanta, pilla cuatro baquetas y el trío al completo dándole a la batería (ver foto).
Sinceramente no sé cuantas canciones tocaron, no me acuerdo de la mitad de los títulos, ni me fijé en el tiempo que tocaron hasta mucho después. Sé que no fue un minutaje excesivo, pero dieron poca tregua y el sabor de boca fue impresionante. Cayeron A Minute, My Black Ass, Squirrel Song, Ghost, The Mineral Song, The Admiral o Prayer To God, entre un puñado de temas nuevos que no desmerecieron nada, una de ellas cantada por el bajista, lo cual fue una agradable sorpresa. Pero no hay que dar demasiada importancia al setlist ya que, realmente no hubo, o al menos la banda parecía acordar sobre la marcha con qué nuevo ritmo truncar la canción anterior.
Lo importante del asunto es que si una banda que se toma a sí misma como una afición es capaz de mostrar esta solidez y compenetración, no quiero pensar que ocurriría si hicieran grandes giras de seguido. O tal vez precisamente ese relajo sea la clave para golpearnos puntualmente de esta forma, tanto que yo pasé de asistente interesado por su importancia histórica a fan reconocido (de tu música, Steve, sólo de tu música). Pasará tiempo hasta que veamos una banda de rock tan precisa, brutal, divertida y cerebral.