A veces nos olvidamos del significado que tiene un concierto en si mismo, simplemente limitándonos a presenciar una sucesión de canciones que por lo general nos gustan y con las que estamos confortables. El caso de Seward es otro, el de una formación que improvisa, juega y desarrolla sus canciones con la gracia del directo.
Cualquier definición de lo que la banda catalana hace en vivo nos llevaba a pensar en una formación de jazz poco encorsetada, pero ver lo que hicieron en el Café Berlín nos sirvió para darnos cuenta de que hay mucho más que eso. Al menos estilísticamente hay un trabajo tan complejo y especial como se espera, pero al mismo tiempo un espíritu de canción rock al uso que hacen el invento mucho más disfrutable.
Adriano Galante es todo un frontman, como si viniese directamente del siglo pasado en una máquina del tiempo. Coge un teléfono y se pone a cantar, se dedica a hacer gorgoritos y hasta a desgañitarse. El concierto, enmarcado dentro de Los Conciertos Sublimes, tendría de todos modos un protagonista sensacional en manos de Juan Berbín, un baterista único a la hora de pulir detalles y llenar de improvisaciones las canciones.
La experiencia Seward ha de vivirse en vivo, valga más que nunca la redundancia para demostrar que aún quedan formaciones con ganas de hacer algo distinto y de sorprender, si bien no tanto con su estilo en si mismo sí que pueden hacerlo con su actitud y ganas.