Los canadienses nos volvieron a visitar, algo que no hacían desde hace ya cinco años, y algo que probablemente no harán en cierto tiempo. Aunque en su concierto madrileño nos encontramos a este trío de abuelos bizarros tan contentos y alocados como siempre, sus declaraciones previas culpando a la promotora de la cancelación de los conciertos de Granada y Zaragoza no hacen presagiar nada bueno para el futuro. En un montón de publicaciones habíamos leído que la promotora hablaba de enfermedad en uno de sus miembros para esta cancelación, pero la banda no sólo lo negó, sino que encima programo un concierto no esperado en Lisboa en una de las fechas, confirmando que no había problemas de salud. Lo que está claro es que la gira no fue bien de público, probablemente motivado por ser confirmada hace apenas un mes y sin contar con una presencia en medios demasiado grande. Una pena, porque tanto los directos de NOmeansno como la habitual presencia de la promotora Cap Cap con las giras de punk rock se hacen necesarias aquí.
Volviendo al verdadero motivo de estas líneas, el concierto que dieron en Madrid NOmeansno, nos volvemos a quitar el sombrero ante el enorme desparpajo y sonido que sacaron los canadienses. Lo de que no pesan los años ya lo hemos dicho muchas veces, así que pasamos directamente a hablar de ellos como una banda que parece más de veinteañeros que cualquier otro grupo punk rock de jóvenes imberbes que haya pasado por aquí recientemente. Podríamos poner algunas pegas a su concierto como para bajarle la nota, sobre todo comparado con aquel brutal concierto que dieron en la sala Caracol con un setlist repleto de sus temas más emblemáticos, cosa que falto en demasía en su nuevo paso por la capital.
A los hermanos Wright les dio mucho por hacer un repaso a su repertorio más psicodélico y de temas de mayor duración, dejando de lado la mayoría de himnos punk que nos han ido regalando en su extensa carrera discográfica. Por contra, el inicio corrió a cargo de «Angel & Devil», con la mayoría del aforo todavía apurando algunas latas de cerveza en la puerta. Poco a poco se fue completando esa mitad de aforo que consiguieron, aunque justo coincidió con las presentaciones de temas nuevos y de algunos algo menos convencionales. Con respecto a esas novedades, podemos decir que ni estamos ante temas puramente punk-rock pero tampoco ante esos sorprendentemente encantadores pasajes que nos brindaron con su pasado largo «All Roads Leads to Ausfhart«.
Lo mejor del concierto llegó hacia el final y pasó inequívocamente por temas totalmente incontestables, por sonido, por actitud y por calidad: «Theresa Give Me That Knife», «It’s Catching Up», «The River», … ¿Que más se puede decir? La gente quedó muy contenta con cada uno de los temas, puesto que tras cada una de las canciones canciones no oíamos otra cosa que no fueran vítores y aplausos, pero sin duda fue en toda esa parte final cuando el sudor y el movimiento se instaló en la sala de Carabanchel. De hecho, un impresionante olor a sudor nos recordó que estábamos ante un concierto de punk de verdad… O eso o que el aire acondicionado no funcionaba bien, no se que decir.
Esperemos que no haya que lamentar que no vuelvan estos yayos, porque a tenor de lo contenta que volvió a marcharse la gente y la cola que había en el puesto de merchandising, en Madrid gustan mucho.