Gran expectación teníamos por ver a Niño de Elche presentar «Voces del Extremo», uno de los discos que menos indiferentes nos ha dejado del año. Y parece que era compartida. Seguramente alentado por recientes triunfos mediáticos a pequeña escala, como su triunfo en el Sónar con Raverdial o su portada en Rockdelux, el público en el auditorio no se quedó tan corto como una propuesta de este calado experimental hacía presagiar. ¿Hablaríamos de un público «fan» o más bien curioso? Pronto lo veríamos.
Niño de Elche salió al escenario flanqueado por Darío del Moral (Pony Bravo) a los sintetizadores y el bajo y Raúl Cantizano a la guitarra tanto española como eléctrica. Arrancaron con un clima de solemnísimo drone de contener la respiración, con poses místicas del cantaor mientras Cantizano lucía cual samurai (el pelo recogido ayudaba) sacando quejidos a su guitarra.
Fue un comienzo sobrecogedor para empezar a pasar a territorios más ligeros aderezados por la dulce pero venenosa lengua del artista, con generosas explicaciones sobre cada tema y dardos bien apuntados, aunque de apariencia casual a los políticos, las instituciones o el purismo flamenco. «No reabramos ese debate», se decía a sí mismo acerca del cante un Niño de Elche que no por crecidito es menos travieso. Precisamente la interpretación de sus temas en directo ganó más en juegos vocales y experimentos alocados que rayan el humor. Así comprobamos que la esquizofrenia de «Nadie» es incluso mayor en directo, pero hasta temas mucho más serios como «Canción de Corro de Niño Palestino» acabaron enriqueciéndose de ese escaso miedo que Francisco Contreras tiene a jugar con su voz y el micro.
En directo nos pareció entender un poco más aún la gracia de Niño de Elche. Y es que si lo que hace ya sería bastante marginal para un artista pop, viniendo de alguien que sabe cantar un estilo institucionalizado como el flamenco, para muchos es una herejía. Nos acordamos por ejemplo de nuestra Mursego, un caso de música de conservatorio que descubrió que lo divertido es poner todo patas arriba. Aprender las reglas para después romperlas, actitudes que seguramente redefinen o portan el significado perdido de vocablos como «alternativo» o «indie».
Pajas mentales a un lado, resulta de lo más estimulante asistir a un directo que puede acabar enlazando una acústica «Informe para Costa Rica» con una cósmica «Que os Follen» y terminar con un bis en divertida y satírica clave flamenca y de conciencia de clase. Y eso es lo que cuenta, que Niño de Elche nos sobrecogió, nos incomodó, nos hizo soltar alguna carcajada y sobre todo nos divirtió con un repertorio de canciones muy serio. Y aunque tengo mis serias dudas, espero que la mayoría del público presente en Azkuna Zentroa, haya venido para quedarse y no sólo estuviera por el marco mucho más urbanita y cool de Azkuna Zentroa que el de, por ejemplo, un centro social okupado.