Llevábamos ya media hora de show y comentaba con mis vecinos que el público de The New Raemon estaba muy tranquilo sin caer en la cuenta de que gran parte de ese público puramente pop quizás haya dejado de comulgar con el siempre genial Ramón Rodríguez. En realidad simplemente estuvieron calladitos ante la abrumadora vorágine guitarrera que es ahora un directo de The New Raemon, esperando que la tempestad pasase y apareciera la guitarra acústica de sus dos primeros discos. O quizás estaban impresionados con lo que veían, como a mi mismo.
No voy a ser yo el que salga aquí a desmitificar ese lado desnudo de los primeros pasos de The New Raemon, sobre todo porque considero «A Propósito de Garfunkel» como una de los mejores trabajos en castellano de los últimos años, pero si es cierto que hay mucha más chicha aquí que en esa época de hacer canciones menos elaboradas de su segunda obra y resto de Ep’s. Aquí la formación nos volvía a dejar claro como Ramón volvía a dar otro paso al frente. El mismo Ramón que con sus Madee se rodeaba de sección de cuerdas a la mínima oportunidad, el que se encerraba a hablar de su mundo interior con el nacimiento de su The New Raemon. El mismo que en Joy Eslava alineó como titulares las guitarras de Pablo Garrido, Dani Vega (Mishima) y la suya propia.
María Rodés ejerció perfectamente de telonera, aunque en ocasiones cayera en momentos de demasiada calma como para lo que un teloneo en Joy Eslava exigía. En cuanto contó en escena con el propio Ramón a la guitarra eléctrica y Elías Egido (Eh! y ex-Standstill) al contrabajo la cosa adquirió otro nivel. Este primer disco bajo su propio nombre sigue mostrándose tan sincero y bello como en estudio cuando lo suben a escena, pero los matices instrumentales nos sorprendieron mucho. Nos quedamos con «Una Forma de Hablar», «La Nana del Agua» y «Lo Que Hay Que Oír» que son tres de los mejores ejemplos de la inmensa labor compositiva de María.
Volviendo al concierto principal de The New Raemon, teníamos que empezar aplaudiendo su fiel repaso al reciente y oscuro «Libre Asociación» con tres torrentes de guitarras que fueron «Lo Bello y Lo Bestia», «Kill Raemon» (presentada como «Killing In The Raemon») y «La Vida Regalada». Las tres guitarras cuajaron a la perfección, con una sabia elección fichando al siempre activo Dani Vega como contrapunto al cada vez más técnico Pablo Garrido. Los violines de Sara Fontán no se escuchaban todo lo deseado en las primeras filas, pero aún así cuajaron ejerciendo de manto sobre el que desenfundar esas guitarras. De Víctor García a la batería y del gran Marc Prats a los teclados no hablamos porque ya hemos hablado de ellos muchas veces. Igual fue sucediendo con el resto de temas de este nuevo disco que fue relegando hacia el final del show, con especial énfasis en unas sublimes versiones de «Consciente Hiperconsciente», «Soñar La Muerte» y «Verdugo» que inevitablemente nos trajo a la mente a los mejores Madee.
Cuando le dio por colgarse la guitarra acústica la gente se mostró más participativa, porque eso incluía que tendríamos delante canciones pop tan perfectas como «La Cafetera», «El Saben Aquel Que Diu» o la inedita «A Proposito del Asno» de su «obra maestra» (del que inevitablemente nos tenemos que acordar de ausencias destacadas como «Elena-na» u «¡Hoy Estreno!») así como otras de las mejores de su cancionero posterior como «Sucedáneos» o «Dramón Rodríguez». Inevitablemente nos iba dejando caer lo poco que le apetece repasar algunos de estos temas, pero no fue hasta que nos dimos de bruces en los bises con una «Tu, Garfunkel» muy descafeinada (o al menos muy carente de la carga emotiva casi mágica que siempre nos ha transmitido Ramón al interpretarla) cuando nos dimos cuenta que al Ramón actual le apetece estar con una guitarra eléctrica colgada, mofándose de si mismo y su vena emo. A ese Ramón también le va improvisar una canción sexy sobre la sala Joy Eslava y bromear con los gritos de alguna fan desaforada y enamorada. Ese aire campechano y honesto, entre tímido y cómico que tanto nos gusta, no cambia.
Tras una hora y pico de un concierto sin descanso que el propio Ramón comparó con el de Ben Harper en Festimad 2004, pasó a los bises supo mezclar muy bien ese par de hits que son ya el cover de «Te Debo Un Baile» de Nueva Vulcano y la anteriormente citada «Tu, Garfunkel» con un final oscuro con «Por Tradición» y la excelente concesión emo de «Llenos de Gracia». Otras veces nos hemos quejado de lo poco acertado que era acabar con «Mil Gracias» por lo oscuro y tenue de la propuesta, pero esto si es una elección perfecta pues al fin y al cabo es como terminar con «Orion’s Belt».