Monkey Week es un festival especial. El aforo hasta cierto punto limitado; la cercanía entre las bandas participantes y el público, posiciones muy intercambiables por el número de grupos emergentes participantes; la gran cantidad y pluralidad de espacios dentro dentro de la propia ciudad; y las sorpresas casi de última hora (SON EG Secret Show, Gibson Happy Place) hacen del Monete un evento ideal para cualquier melómano que guste de descubrir bandas pequeñas y/o interesantes con comodidad. FeiticeirA hemos visitado por primera vez esta peculiar celebración de la música en directo y hemos salido satisfechos. Desglosamos nuestra experiencia por días a continuación:
MONOS, PONYS Y DOOM METAL
Una vez puesta la pulsera, recorrimos unos cuantos metros en dirección a uno de los escenarios clave de Monkey Week: las Bodegas Osborne. Colocado en esta ocasión dentro del más que centenario edificio en previsión de la lluvia, rodeados de barricas y de stands dispuestos al alimón con motivo de la feria discográfica, sobre el desgranaban ya su música grasienta Pelo Mono. El peculiar proyecto de Perico de Dios de Guadalupe Plata sigue ganando reconocimiento a pesar de facturar una música más bien arisca, que tiende a lo primitivo para intentar llegar a los orígenes del blues. Proyecto interesante sí, pero que tras la sorpresa inicial que suponen sus pintas y su sonido va cayendo algo en lo reiterativo.
Tras vacilar un rato paseando de un escenario-bar a otro, nos decidimos finalmente por ver a Pony Bravo por enésima vez. A pesar de tocar casi la mitad de su tiempo habitual y con un sonido bastante deficiente en la trasera del bar La Cristalera, justo a la orilla del Guadalete, su concierto supuso el primer gran lleno claro del festival (incluso hubo gente que se acercó a verlos en barco desde el río). La mayoría los conocíamos ya de sobrar y sólo bastó que sonaran “La rave de Dios” y “Zambra de Guantánamo” para desatarnos las ganas de fiesta.
En el mismo espacio siguieron Orthodox, ya ante un aforo mucho más reducido acorde a lo difícil de su propuesta. A pesar de haber pasado a ser un dúo, los sevillanos no han perdido en intensidad y puede afirmarse que dieron uno de los conciertos más duros de todo el festival, si no el que más. Voces que recordaban a John García de Kyuss, bajo demoledor y batería que fue derivando en varias ocasiones hacia marcha de Semana Santa, todo en una ejecución perfecta que nos sorprendió gratamente a los que aún no habíamos podido verlos a pesar de ser paisanos suyos.
Luego, en el próximo El Cielo de la Cayetana, nos pasamos unos minutos para ver a Royal Mail, banda que supo interpretar ante la difícil acústica del local su indie pop de herencia new wave de manera correcta.
EL RITMO QUE TÚ QUIERES
Hacia media noche comenzaron los conciertos per se (de alrededor de una hora o más de duración) en la sala Mucho Teatro. A tan barroco lugar, que parece un teatro del siglo XVIII, acudimos para ver a Betunizer. Los valencianos están ya plenamente consolidados y su directo apenas tiene rival dentro de nuestra fronteras. Sin variar mucho su propuesta con respecto a la última vez que los vimos, se dieron una baño de masas tocando los temas de “Gran Veta” y parte de lo más granado de sus discos anteriores. Sonido matemático pero fresco a la vez de parte de guitarra y bajo de precisión y esa bestia parda a la batería que es Marcos Junquera, que al día siguiente repetiría con Dorian Wood, que curiosamente los veía desde primera fila.
Los relevaron Holy Fuck, reclamo internacional para el primer día de festival. Aunque aún no han sacado su nuevo disco, el recuerdo de “Latin” y su generosa gira peninsular habían causado mucha expectación. Por ello no extrañó el absoluto lleno de cuerpos en movimiento recibido por la sala Mucha Teatro ante temas como “Stilettos” o “Red Lights”. El poso post-rock sigue presente en temas como esa “Stay Lit” tan Mogwai, pero en las nuevas canciones se intuyen una faceta (aún) más rítmica y bailable que la banda pareció disfrutar tanto como el público. Ansiosos estamos ya de esta nueva obra.
Finalizamos el primer día con el coitus interruptus de The Parrots. Al trío madrileño de ¿impostado? acento mexicano le costó arrancar tras algo de retraso. Su juguetón rock n roll se vio perjudicado por la ruptura de una cuerda, que les obligó a cortar justo al comenzar. Esto nos dio motivos para marcharnos, totalmente agotados. Aún quedaban dos días de festival aún más intensos.