Habían anunciado que el concierto empezaba a las diez puntual, pero lo cierto es que a esa hora, no había aparecido más que Trocotombix, el que escribe y algunos amigos. Al final, lo de siempre que no empieza el concierto hasta el límite de lo necesario, que te toca beber una «mahou» a cuatro euros, por hacer algo, y que el grupo que toca el último, tiene que andar suplicando para que le dejen tocar un último tema. Si llegas tarde al autobús, el autobús se pira. Al final no te queda más remedio que llegar a tu hora al autobús. Aquí debería ser lo mismo.
Con Trocotombix tenía una deuda pendiente, porque la última vez que vinieron por aquí no pude ver su actuación completa. Si Madrid tiene a sus Jardín de la Croix, a la hora de hacer virguerías, en Valencia tienen a Trocotombix, pero con dos propuestas musical frontalmente contrapuestas. Si lo de los madrileños son los desarrollos enrevesados de temas largos, lo de Trocotombix es la concatenación de riffs imposibles, tappings, aceleraciones-desaceleraciones, en descargas adrenalínicas de minuto y medio. Lo suyo, es la violencia sonora, el grindcore y la progresividad, entendida como una sucesión de más difíciles todavía. Empezó el concierto con «Trocotombo» y de ahí en adelante, una sucesión de veinte temas, con los dos guitarras como protagonistas, para completar los cuarenta minutos de su actuación. La única pega fueron los parones para ver que tema seguía (gracioso lo de pegar un A3 en un lateral de la sala con los temas), que restaba algo de ritmo al concierto, pero lo suyo era para vivirlo. Eso sí, lo de esta gente hay que tomárselo como el café, en dosis adecuadas.
Moksha no me calaron en El Grito. Está claro que no era el sitio para ellos. Un grupo de este estilo necesita como el respirar, el tocar en salas pequeñas con sonido directo y más pegada de las guitarras. Siroco es su sala. No es que el sonido fuera precisamente bueno, pero al menos, la rudeza del sonido de Moksha encontró buena respuesta en un sitio como Siroco. Guillem (que editen lo de «hair» en su myspace, porque se ha cortado el pelo) ejerció de maestro de ceremonias, desgañitándose con la voz, con esa manera peculiar de moverse en el escenario, golpazo incluido contra uno de los altavoces del techo al saltar desde el escenario y la inevitable referencia de un grupo catalán a los seis títulos del Barcelona. Lo único es que viniendo precedidos de Trocotombix, los temas más rápidos quedaban en desventaja por la destreza de los primeros, siendo mucho más disfrutables los momentos más pesados, más lentos y más Sabbathicos de temas como «The Battle of Everyday» o «Great White Shark». De nota también como los cinco miembros de Trocotombix eran los más fans de Moksha de la sala, copando la primera línea del concierto. El final del concierto, lo comentado, tratándose de ganar al programador de la sala para tocar un último tema, a lo que este accedió.
Lástima nuevamente la escasa asistencia de público, a pesar de lo ajustado del precio, también porque el concierto no ha estado nada bien publicitado, pero la entrega demostrada por ambas bandas, no lo merecía. A ver si a la tercera vez que los vea, va la vencida y acompaña todo lo que tiene que acompañar a un concierto