Noche de dos pesos pesados de los sonidos agresivos madrileños, estilos diferentes pero con un evidente bagaje punk compartido, además de amistad. Moho volvían a Bilbao acompañados de Muletrain, dos bandas imparables que prometían, cada una a su modo, mucha contundencia. Algunos pensábamos que Muletrain cerrarían, dado su menor profusión por el norte y el tono más rápido y festivo de su música. Pero era patente que eran Moho los que habían obrado el casi lleno de la sala, gracias al amplio séquito de fans que han ganado a través de las repetidas visitas a Euskadi, probablemente su segunda casa.
Total, que empezaron Muletrain ante un público mayormente frío ante la música de los madrileños. Y es que su música difiere mucho de lo ofrecido por su trío acompañante y pilló de sorpresa a quienes esperaban otra densa banda de doom-sludge. Pese a llevar ya muchos años en esto, más aún si contamos a los ya legendarios Aerobitch, era la primera vez que venían el norte y claro, eso se notó también.
En fin, lo escueto de sus composiciones les permitió dar cuenta de repertorio viejo y nuevo, si bien su último y más melódico «Crashbeat» predominó el setlist. Fueron capaces de desplegar la energía que desprenden en disco, si bien los coros y pequeñas filigranas surferas que han incorporado en su último cd quedan un poco deslucidos, en favor claro, del fragor del punk-rock más directo.
No es que sea su punto débil, pero tal vez al no verse demasiado arropados por un público que de todos modos fue contagiándose poco a poco, se echó en falta un poco más de actitud, si bien es muy de agradecer encontrarse aún a día de hoy con conciertos en el más puro estilo ramoniano, enlazando canciones una tras otra y sin apenas descanso ni discursos, dejando que la música hable por sí sola. Para el final reservaron como es lógico, sus temas de mayor solera.
Tiempo después les tocaría a Moho, que venían con el público ganado, pero se lo volvieron a currar demostrando por qué son una institución del sludge a nivel europeo. La ocasión además lo merecía porque la banda parece que va a parar un tiempo su estresante ritmo de gira por temas laborales. La cosa pronto encontró un primer punto álgido con «San Mamés», uno de sus mejores últimos temas con además especial gracia y aceptación entre el público bilbaíno. Así, fueron enlazando temas de su presente, su pasado y tal vez su futuro, dándonos muestra de canciones en una onda más rockera, que se olvidan en cierta medida de la oscuridad y lentitud que un día tanto les caracterizó.
Se puede decir que su concierto dobló como mínimo en duración al de Muletrain, ya que una vez finiquitado el setlist salieron para ofrecer bises y una vez que tenían decidido finiquitar volvieron a calzarse los instrumentos vistas las demandas de un público (parte del cual sospecho que no le hubiera importado hacer noche en la sala) que pedía más y de la predisposición de la sala a ello, cosa que desde luego hay que agradecer, siendo El Balcón de La Lola una sala de fiestas y cayendo el concierto en sábado. Que aprendan otros.
La entrega de los fans fue palpable, con constantes levantamientos de peso humano e incluso el etilismo permitió a alguno tirarse del escenario con delirantes resultados. En fin, una fiesta que finiquitó con un himno del tamaño de «Gargantor», tras el cual Moho se despidió de la afición bilbaína sin hacer ninguna referencia explícita a la noticia no oficial de que van a parar de girar. Sólo nos queda esperar que no sea durante mucho tiempo, porque un concierto de Moho al año no hace ningún daño y si además es en la buena compañía de Muletrain mejor que mejor.