A pesar de haber transcurrido ya casi un año y medio de la publicación de “Las orillas”, McEnroe aún no habían acudido en formato eléctrico a presentar su último disco en Sevilla. Es por ello, por su ya contrastado buen directo y por su continuo, y merecido, crecimiento en cuanto a popularidad, que su cita en Nocturama se preveía como una de las más especiales y esperadas por los amantes de la música de la capital andaluza y localidades cercanas.
Antes de que aparecieran, fue el momento de los jienenses Blam de Lam para presentar su debut. Ejercieron de acertados teloneros con su rock espacial y su shoegaze intenso, con claras miras al indie nacional de hace unas décadas, pero no por ello menos válido en tiempos en los que dichos sonidos vuelven a estar en alza. Disfrutaron de un buen sonido que hizo resaltar tanto sus partes más rockeras como las más ambientales, momentos en los que jugaron un papel destacado unos teclados y theremin que no se perdieron entre la algarabía eléctrica. Probablemente los mejores teloneros que han pasado este año por el ciclo.
Con el buen sabor de boca del entremés llegó el plato principal. Sin mucho misterio ni afectadas maneras que puedan presuponerse por su música, sino con sencillez y amabilidad, subieron cuatro de los seis miembros de la banda ante un público ya considerable. Comenzaron fuerte con dos de los mejores temas de “Tú nunca morirás”, “Tormentas” (¿su mejor canción en general?), y “Los veranos”, con los que en seguida se metieron al público en el bolsillo. Y es que en menos de diez minutos los de Getxo demostraron que saben trasladar lo mejor de su música al directo: intensidad eléctrica contenida a favor de una tensa oscuridad melódica; respetada al menos en el foso y primeras filas con más silencio de lo que suele ser habitual en este ciclo al aire libre; obviando, claro, al espontáneo de primera fila que no paraba de clamar por su ciudad entre canciones y que la banda trató con bastante filosofía y buen estar.
Así, el resto de la velada vino ya de corrillo, con la batalla ganada desde el principio. Con el teclista ya sobre el escenario, Ricardo Lezón agradeció a Raúl Pérez, productor de “Las orillas”, que se encontraba al control de sonido y que nombró como un ‘Mcenroe más’, y continuaron con un repertorio que abarcó temas de sus tres últimos discos. “La cara noroeste” no tardó en caer para regocijo del público; tampoco “Los valientes”, quizá el momento más movido de la noche. “Las mareas”, evidentemente, sonó preciosa, extendido su final para que el público lo corease e hiciese justicia a una de las canciones más bonitas hechas en este país en los últimos tiempos.
No se olvidaron de “Mundo marino”, con una “Islandia” o una “Jazz” que satisficieron seguro a los fans más veteranos, ni momentos más escondidos como una “En Mayo” que a un servidor personalmente emocionó bastante en su tramo final. Para el último tramo, invitaron a subir a David Córdero de Úrsula para sustituir a Jaime Guzmán, enfermo de paperas, con el que tocaron un tema con un crescendo tan delicado como “La Palma”. Y antes del bis, evidentemente, cayó “Mundaka”, quizá el momento más deseado por muchos. Bajaron, pero no tardaron en subir de nuevo por la insistencia a tocar esa pequeña joya de directo que no se deciden a grabar en estudio como es “Resurrección”. Una noche bien completa y emocionante, en definitiva, y que seguro queda como de las mejores de Nocturama 2013.