Una noche de hardcore y punk-rock muy completa. La gira que traía a Lagwagon de nuevo a salas contaba con un par de teloneros locales en cada ciudad y Bilbao no iba a ser menos. Lo que sí nos da un poco de pena es que de dos grupos teloneros ninguno fuera de Bilbao, pero bueno, para eso tuvimos a vecinos de Gipuzkoa y Burgos en estos menesteres.
Los primeros en tocar fueron Thanks To Losers. Les tocó lidiar con el futbol (en la entrada de la sala había una pantalla, que acaparó la atención de muchos) y es que la batalla música vs. futbol siempre está ahí, incluso dentro de un concierto, qué se le va a hacer. Aún así, poco a poco se fue congregando gente para ver a estos guipuzcoanos desplegar su hardcore melódico. Para ser una banda acostumbrada a escenarios recogidos (se acordaron de ese oasis del underground donostiarra que es Mogambo) no se les quedó grande el de la Santana e incluso su cantante bajó en mitad del concierto a animar un poco las primeras filas. Buen sonido y buen hacer, pero un cancionero por lo general anodino. Les falta eso que hace destacar a bandas como la protagonista de la noche de los cientos de ellas que sólo se dedican a tocar rápido y cantar con voz melódica: composiciones con gancho y estribillos memorables. Sorprendentemente, los temas que presentaron como antiguos fueron los que mayor solidez transmitieron.
Seguidamente vinieron los burgaleses Misplace, una sorpresa muy agradable en directo frente a lo que tienen registrado. Su hardcore se mueve entre lo melódico y lo crudo y arroja mucha inmediatez, siempre mediatizada por unas letras con mensaje político y social en castellano. Contundencia, el justo toque metálico y continuos llamamientos de su vocalista a moverse, el cual también bajó a caldear el ambiente en el pit. Interpretaron temas de sus 2 EPS, muchos de los cuales se quedan grabados a primera escucha y alguna versión (H2O) y la verdad es que su actuación se hizo corta. Como todo en el género, ya nada nuevo, pero si hay relevo generacional para el estilo, habrá que contar con ellos.
El plato fuerte de la noche lo ponía el cariz mucho más melódico de Lagwagon, una de ese puñado de bandas que en los 90 logró conectar con un amplio sector de la juventud, no sólo punk-rockers. Eso fue gracias a una acumulación de grandes temas de los que nos ofrecieron la mejor muestra. Bien es cierto que venían para presentar su caja recopilatoria de los primeros cinco discos, pero aún así hay que agradecerles que se ciñeran a su época de gloria, sin siquiera colar un tema de «Blaze» a esta parte, en un intento por validar su presente que muchos no resistirían.
La cosa comenzó a lo «Hoss» con «Kids Don’t Like To Share» y «Violins», o sea, directa al grano. Pero cuando la banda te casca un «Island of Shame» a la tercera, eso es que confían plenamente en un setlist que no tiene visos de decaer. Por supuesto las primeras filas y unas cuantas más atrás, insertas de principio a fin en el éxtasis de rememorar todos esos grandes temas en directo, pogos de buen rollo, continuo crowdsurfing e invasiones de escenario, lo que viene siendo una fiesta de concierto, pero nunca en detrimento del resultado musical. Ni siquiera los momentos en que algún fan se hacía con el micrófono empañaban el asunto, resultando en el peor de los casos (alguna muestra de gomaespuminglish mediante) gracioso.
Como decimos, el repertorio y las canciones hicieron mucho, pero el resto lo puso un gran sonido y sobre todo, una estupenda actitud del quinteto sobre el escenario, como si no hubieran pasado los años. En espíritu y al menos cuando tocan, siguen siendo una pandilla de chavales disfrutando y haciendo disfrutar y en esto no hay excepción, todos los miembros estaban ahí viviéndolo, resulta muy evidente. Si hay algún concierto con el que se nos antoje comparar este de Lagwagon es con el que dieron Millencolin hace unos meses en la misma sala, ambas bandas de la vertiente más melódica del skate-punk y ambas venían para revisar su pasado en directo. Donde la entrega de los suecos nos dejó muy fríos, la actitud de los californianos fue impecable.
Llegarían después «Lazy» con el guitarrista replicando a Fat Mike, el tono feliz de «Sleep», el más oscuro de «Sick», los ritmos y riffs de «Dischords», tal vez mi favorita «Know It All» con su melodía o esa «Angry Days» que fue de sus primeros hits y que tan al pelo viene ahora que toca hacer revisión de una carrera dedicada al punk-rock. Entre todas ellas tuvimos anécdotas como Joey Cape saltando a la comba con el cable del micro, muchas bromas con su gigante guitarrista o a costa de los instantes de protagonismo del guitarra solista, que tuvo su momento también vocal en una inesperada«Coconut», etc.
Con un repertorio tan bien escogido lo de «lo mejor para el final» siempre es discutible, pero desde luego guardaron buenos ases. Entre los momentos previos y posteriores a los bises cayó todo lo que hubo de «Double Plaidinum», o sea, primero «Confession» y después un implacable enlace de «Alien 8» con su comienzo acústico más una «Making Friends» que dejó gargantas rotas entonando los ecos de «One day…». La fiesta iba a terminar con esa acelerada versión de Van Morrison, perfecta síntesis de las buenas vibraciones festivas que el quinteto sigue ofreciendo. Para una amplia mayoría de asistentes, no fue «just another saturday».