Segundo concierto al que acudo este año organizado por rocknrock y segundo concierto del que la única información que se tiene es el horario de apertura de puertas, las siete. Y nuevamente la misma historia, de saber la gente a que hora empezaban los Lacuna Coil, dependía o no su asistencia, por lo que nuevamente la mayor parte de la tropa se tuvo que quedar en casa. Si a eso le unes que no sabes cuando vas a salir, pues no te queda más remedio que comerte el burger menú de turno a las siete de la tarde, cosa de la que después te alegras, visto los cuatro euros que te clavan en la Joy (y en la Copérnico y en La Riviera) por una triste cerveza sin aceitunas.
El caso es que llegas a la kilométrica cola de gente vestida de negro, dando el cante en una de las zonas más comerciales de Madrid, a eso de las siete y media y todavía no han abierto las puertas, pero cuando entras en Joy Slava, por causa de los apretados horarios de ser viernes y tener que abrir luego como discoteca, el primer grupo, que en la publicidad de rocknrock no estaba anunciado, ya estaba tocando.
A posteriori y buscado por la página de Lacuna Coil, me entero de que el nombre del grupo es Node. Potente directo, en especial de la sección rítmica, con muy buena actitud escénica, pero practicando un death metal demasiado a la usanza, como para que sea un grupo a destacar. Eso sí, a los seguidores del género les satisfará su música.
A eso de las ocho y cuarto salían los segundo teloneros, los sí publicitados en el cartel, Poisonblack, grupo surgido en inicio como proyecto paralelo de Sentenced, de su cantante Ville Lahiahala, ahora ya volcado al 100% en Poisonblack después de la disolución de Sentenced. En esta banda nos encontramos a Ville ejerciendo de absoluto frontman como guitarra-cantante y en directo a otro grupo con cantante de nombre Ville y también finlandés, nos recordaron. Sonaron como unos H.I.M. mucho más duros y con la misma movilidad en el escenario que estos, es decir, ninguna. Eso si conviene apuntar que el último disco de Poisonblack, Lust Stained Despair, es mejor, de lejos, que los últimos discos de H.I.M. y que no tienen nada que ver, lo bien que suenan y se desenvuelven con los instrumentos los Poisonblack frente a la referencia citada, a la que superan claramente. Como curiosidad, hay que hablar de la increíble melena del teclista por la cintura, pero también hay que hablar de parte al público de las últimas filas, más preocupado en contarse la vida, que en dejar escuchar lo que estaba en el escenario.
A las nueve y media salieron Lacuna Coil, así que esta vez los que se quedaron en casa acertaron (no hubieran llegado). Si en disco, me parece un grupo compositvamente bastante limitado, en directo, salvando ese inconveniente, dieron una perfecta lección de lo que tiene que ser un concierto, tanto en calidad como en intensidad. Prácticamente bordaron todos los aspectos que pueden considerarse en un concierto. Acertaron en la elección de Joy Slava, un antiguo teatro donde se han conservado las gradas, muy a juego con los ambientes recreados por el grupo. Supieron desenvolverse perfectamente en el escenario desde el inicio donde los instrumentistas salieron con máscaras en la cara con la intro “You create” o con los continuos head bangings de vocalistas y grupo o como ejercían de “frontman” tanto la espectacular Cristina Scabbia como Andrea Ferro. Tuvieron una acertadísima elección del set list, como meter “You create /what I see” como primer tema, un bloque sin descenso de nivel hasta cerrar la primera parte con “Virtual environment” para que Cristina luciese voz o volver de los bises con “Enjoy the silence” para hacer que el público participase, montando su particular karaoke, con la petición de que siguiéramos haciéndolo por un “envidiosin” Andrea Ferro, con el tema más conocido de la banda “Heaven’s a Lie” y cerrando con el actual single de Karmacode, “Our truth”, lo que creó una sensación de apoteosis final muy logrado.
Además desplegaron un espectacular sonido, de lo mejor que he escuchado en tiempo. Mención aparte merece la compenetración de los músicos, aunque justo es decir que no es un repertorio especialmente complicado, pero es que hasta en el punteo de 1.19 lo clavaron, y la increíble voz (y todo lo demás) de Cristina Scabbia, pero, y sorprendiéndome, un no menos espectacular Andrea Ferro, que en los discos se me atraviesa, pero que en directo es un portento de voz. Pero claro, aquí uno escribe para contar todo, lo bueno y lo malo, pero había un par de matices que deslucen ligeramente el espectáculo. Por un lado, la gira era la del Karmacode, pero prácticamente las 2/3 partes del set list se basaron en ese disco y sólo “1.19”, fue el tema que se incluyó en el concierto de los dos primeros discos. A mi personalmente no me importó lo más mínimo, porque los dos discos finales, a mi gusto, son lo mejor de la discografía, pero se puede entender que algún fan más antiguo saliera decepcionado. Por otro lado, los efectos y los teclados iban pregrabados. No es que sean tan notorios, ni tan complicados, como, por ejemplo en Within Temptation, pero habiendo sacado Poisonblack a un teclista, no entiendo el motivo por el que Lacuna Coil no lo hicieron también. Resta cierta credibilidad escuchar cosas que no están físicamente ahí.
Pero por lo demás, fue un concierto de matricula de honor para lo que se puede esperar de una banda como los Lacuna Coil y si encima te llevan unos teloneros buenos, no te queda otra que salir satisfechísimo de la sala. Hay conciertos que te tiran para atrás a una banda. También hay conciertos que te hacen apreciar más, lo hecho por una banda. Este fue clarísimamente el segundo caso.