Conciertos tan especiales e íntimos (por la cantidad de gente, no por las ganas del público precisamente) como los que nos ocupan en estas lineas son difícilmente evaluables, o al menos las comparaciones con el resto de bolos al uso que vemos a lo largo del año se tornan en algo subjetivo. La nueva propuesta de Converse consistía en regalar un par de conciertos de bandas más que apetecibles en pequeños espacios, con la salvedad de que no lo iban a poner fácil para entrar (avisaban por sms al que se inscribía, apenas una hora antes).
De este modo el ver a Triángulo de Amor Bizarro, una banda capaz en Madrid de llenar salas de mil personas cada poco tiempo, en el pasillo/almacén/tunel de la planta baja del bar The Passenger era todo un lujo. Luego a unos Yuck que nunca han pasado por salas madrileñas, tres cuartos de lo mismo. Volviendo a los gallegos y su concierto, es cierto que sufrimos una temperatura asfixiante ante la no-ventilación de esas cuatro paredes, pero no vamos a negar que el sudor de los 50 asistentes y de los cuatro miembros de la banda (con saxofonista a ratos) dotó al concierto de un ambiente especial y, ante todo, cálido. Muy cálido.
Es más que evidente que una banda como Triángulo de Amor Bizarro gana en las distancias cortas, pero más si además el sonido está alto y claro. Como si se tratase de un ensayo de la banda se situaron alrededor de la sala, ya que no había escenario, quedando su bajista Isa muy alejada de sus compañeros que le cantaban los inicios de las canciones en alto para evitar errores. Si la media centena de personas que estábamos viendo el concierto nos lo pasamos en grande durante esa media hora de concierto con temas como «La malicia de las especies protegidas», «El crimen: Como ocurre y como remediarlo» o «Isa vs El partido humanista», que vamos a decir de ellos mismos con la especial mención de nuevo a su bajista que estuvo incluso de charleta con la gente mientras tocaba. Nunca fallan, la única pega es que no pudiese disfrutarlo más gente hasta que vuelvan en noviembre.
Para la nueva cita llegamos a tiempo, en un marco incomparable de la noche madrileña: el Karaoke de la Plaza de Mostenses (Master Plató Karaoke se llama, por cierto). Un recinto más apropiado que el anterior, pero al mismo tiempo un clásico de las noches madrileñas más bizarras. Verdadero acierto por parte de la organización, sobre todo cuando dimos cuenta que el sonido de la banda fue prácticamente perfecto (al menos en las primeras filas) y apropiado.
La banda también interpretó un repertorio corto, en el que apenas presentaron las ya conocidas «Middle Sea» para abrir el concierto y «Rebirth». Además apareció su reciente versión del «Age of Consent» de New Order en clave noise. El concierto sirvió pues para ver como la banda superaba la baja de su guitarrista y cantante Daniel Blumberg, dejando mayor peso a la voz y guitarras de Max Bloom, con el nuevo fichaje a la guitarra de Ed Hayes (muy correcto). El resultado parece ser que la banda se va a decantar mucho más hacia las guitarras de reminiscencias de Lee Ranaldo y Thurston Moore, de hecho eligieron el repertorio los cortes más guitarreros y menos pop de su debut: «Howling Out» y «Get Away» con protagonismo vocal de Max de manera notable, «Georgia» a medias entre Max y Mariko y la propia bajista dejando una versión muy desangelada de «The Wall». El cierre con «Operation», donde se hacen más Sonic Youth que nunca, nos dejó un sabor de boca buenísimo de cara al nuevo disco.
Otro acierto de promoción de Converse que seguirá con el concierto de Veronica Falls, aunque el disfrute general de los que pudimos verlos choca con la decepción de no poder compartirlo con más colegas y vecinos.