Cuatro discos y casi diez años de trayectoria contemplan a los G.A.S. Drummers y uno no había tenido ocasión de verles nunca. Así que aunque la oferta concertil del viernes estaba que ardía en el Gran Bilbao era obligado pasarse por Basozelai, más sabiendo que había regresado su bajista original a la formación. Con las canciones de su último Standards Down ya más que rodadas y casi con un pie en el estudio por lo que pudimos ver, los gaditanos visitaban las distantes tierras del norte, nimia hazaña para una banda curtida en el circuito europeo.
Antes vendrían los locales Eorann, una banda de indie-rock con aguerrida fémina al frente e influencias noise, shoegaze y estética post-punk que tuvo sus altibajos. En algunas canciones movidas, sobraba ruido en la mezcla y a menudo el teclado no aportaba mucho desde el punto de vista musical, como si no remase en la misma dirección que el conjunto. Por otro lado, nos hipnotizaron en los momentos más reposados, intentaron levantar al personal con «Break on Through (to the Other Side)» de Doors y alguna de las canciones que presentaron como nuevas seguían un rumbo interesante.
Tras el rutinario cambio de equipo, los G.A.S. Drummers entraron en escena con una original prueba de sonido que muchos se tomaron como una canción más y de hecho lo era. El estilo y las tablas se notaban desde un primer momento. Comenzaron fuerte y ya en la primera parte del concierto se ventilaron temas mayúsculos en especial de su última entrega, como «Kids In My Town», «Back To Decadence», «Sons of Our Time», «Weak Ulysses», «Late Nigh Conversations», «July Graves»… y demostraron sobre el escenario que su madurez en disco también les lleva a en el escenario a estar muchísimo más cerca de Pearl Jam que de Bad Religion.
También hubo hueco para Dialectics, disco en el que encontraron su verdadero sonido, del que rescataron «One Million Patterns» o «Keep It Like This» entre otras. Hubo tiempo para presentar material nuevo que parece seguir la misma línea, si acaso con mayor carga de profundidad, como un expansivo tema dedicado a las personas que sufrieron durante y tras el alzamiento militar de 1936. Y es que G.A.S. Drummers son el ejemplo claro de banda de rock n roll que lleva inquietudes políticas a su música sin caer en el panfleto. De esta forma también nos recordaron la intrascendencia del arte moderno en «Art Is Futile».
En medio de este recital de rock de manual (me niego a calificarlos de hardcore e indie, influencias si acaso estéticas o ideológicas, poco más) hubo recodos para la calma en «Corporate Rock Anthems» o especialmente con Dani interpretando la acústica «Recreation of Myths».
Y hasta aquí, todo dentro de lo convencional de un buen concierto que no es poco; setlist acertado, actitud, diversión… Pero, «por lo dicho», los Drummers venían dispuestos a quemar «Basauri Sur» y cerraron con una exhaustiva jam donde hubo lo mismo funky que ruido puro y duro, comenzando con James Brown, derivando en una apoteósica «Highway To Hell» e intercalando por medio frases de la historia musical donde cabían Pixies, Prodigy y muchos otros. Prejuicios fuera, nos hicieron bailar, nos hicieron cantar y no será porque no intentaron hasta hacernos tocar sus instrumentos!