Curioso lo del MEM. Un festival dónde caben propuestas de vanguardia de todo tipo y entre ellas las musicales. Y curioso el concierto que, encuadrado en el festival, tenía lugar en la sala BBK, espacio generalmente dedicado a propuestas más para todos los públicos. El triplete en sí del concierto resultaba desconcertante.
Abría fuego Niebla Fascista, actual proyecto de una de las partes de los humorísticos Hamburguesa Vegetal. En este caso la propuesta es instrumental, de electrónica básica y tosca acompañada de estrambóticos bailes por parte del autor, que sólo necesita de un portátil para funcionar. Ni siquiera era un macintosh así que se pueden imaginar que las pretensiones de dárselas de artista experimental no están aquí presentes. Comenzó poniendo un tema que sonaba a indie-rock con tintes folk y durante el cual permaneció de pie inmutable ante la incredulidad y risas de los presentes, seguramente alguno tratando de encontrar la metáfora.
Posteriormente vino el momento más marciano de la noche. Una compinche entró en escena vestida con sobriedad y tonos militares y, tras escrutar al público de forma amenazadora, se dispuso de espaldas a este para leer en un atril una serie de textos en una cuartilla que nos habían entregado al público a la entrada. Versos y prosa sin desperdicio alguno, de temática fascisto-bucólica, que nos desencajaron del todo en un clima solemne en el que era imposible aguantar las risas. Tras amplios minutos de lectura, abandonó el escenario para dejar sólo al artífice con su aparatosa peluca blanca delante del ordenador, el cual, tras efectuar el saludo fascista, fue pinchando un tema tras otro de electrónica ruidosa acompañada de bailes completamente irrisorios. Fue breve pero muy gracioso, no hay otro adjetivo mejor.
Tras desalojar la sala y esperar a que montaran los bártulos para Lords of Bukkake, entramos de nuevo a disfrutar del ruido de los barceloneses con un sonido inmejorable y con una peculiaridad muy grande para un concierto de estas características; sentados. Herederos como muchos otros de Black Sabbath, el trío lleva esa demoníaca influencia a través de la psicodelia pasando por el noise, el doom y el drone tan en alza últimamente. En todo caso tienen un algo que los hace destacar, tal vez sea que las personalidades de los miembros les hagan una banda muy completa, con background en escenas desde el metal al free-jazz pasando por el noise o el hardcore. Las rasgadas voces del averno sonaron en contadas ocasiones y muy en segundo plano ante las guitarras, lo cual hizo la experiencia más disfrutable y de algún modo más clásica.
Y es que el concierto fue un constante ir y venir de riffs de escuela setentera hacia momentos de electrónica ruidística y estruendo psicodélico. Mucho juego de pedales y osciladores, gran hacer instrumental en especial de batería y guitarra, con abundancia de posturas de guitar-hero versión doomer de este último. De hecho, es curioso que al parecer el guitarrista (Jaume Pantaleón, ex-12Twelve, Cuzo) vaya a abandonar la banda, viendo lo mucho que pareció disfrutarlo en directo. Nosotros también lo disfrutamos, aunque fuera un poco raro lo de ver un concierto tan pesado y ruidoso sentados cómodamente en la butaca.
Para finalizar teníamos un cruce entre concierto y performance a manos de Fm Einheit y Massimo Pupillo. Puede que estos nombres propios no suenen a quienes no estén del todo sumergidos en los campos del rock más experimental, pero si hablamos del percusionista y uno de los cerebros de Einstürzende Neubauten junto al bajista de Zu, la cosa ya adquiere otro cariz. Experimentalismo y rareza del presente y pasado, un alemán y un italiano juntos para hacer ruido, en definitiva. Pupillo se centraba más en su instrumento natural, el bajo, pero su forma de tocarlo no tenía demasiado que ver con la de un bajista normal. Haciéndole sacar todo tipo de sonidos atonales la mayor parte del tiempo, jugando con sintetizadores y artilugios diversos, se puede decir que su instrumento es realmente violado en directo.
Pero el espectáculo radicaba la mayor parte del tiempo en Einheit, que ataviado con media caja de herramientas (martillo, taladros, lima, sierra…) se dedicaba a sacar todo tipo de sonidos que entroncaban con su perfil como luminaria de la música industrial menos acomodada. Un muelle gigante sobre el que movía los dedos casi como si fuese una guitarra gigante, a la vez que lo golpeaba con un martillo o lo arañaba con un taladro, fue uno de sus instrumentos. El otro, que marcó los momentos más rabiosos y apasionados del recital fue una chapa en el suelo sobre la que destrozó ladrillos con furia para después regocijarse en sus escombros y seguir haciéndolos sonar.
En general, fue un buen concierto, o como se le quiera llamar, si bien por la parte estrictamente musical vimos como las partes de ritmo más normalizado cuajaron mucho más que otras en que los dos músicos no parecían conciliar sus respectivos ruidos. Curioso cuanto menos y por momentos impresionante, pero sólo apto para gente muy dispuesta.