Es raro poder tener tanto talento local junto encima de un escenario. Mucho menos tener un talento basado tanto en la diversidad musical como en esa rara cualidad de tener la honestidad escénica por bandera.
Kiko Veneno comenzaba la velada lastrado por el único punto negro que se le pudo poner al precioso y acogedor recinto del Hipódromo de la Zarzuela: las colas para comprar tickets y bebida. Esas kilométricas filas que se formaron espero sirvan para demostrar que hay que tener refuerzos, al menos en las primeras horas de los conciertos/festivales futuros de un recinto que se antoja prometedor. Así que con la mitad de aforo esperado arrancaba el concierto del siempre genial Kiko, tirando otra vez de un repertorio más bien clásico y con mucho recuerdo de “Échate un Cantecito”. Tan centrado en ese repertorio de corte clásico que apenas pudimos escuchar “La Vida es Dulce” de su reciente trabajo “Sensación Térmica” (si las cuentas no me fallan), mientras que si recordó lo más granado de su repertorio, comenzando por “Lo que me importa eres tú” y pasando por “Hace calor”, “Echo de menos”, “Está muy bien eso del cariño”, “Superhéroes de barrio”, “Fuego” y el cierre con “Volando Voy” … Faltaron unos cuantos temas de su repertorio más célebre pero seguramente más por problemas de tiempo, como “Joselito”, “Lobo López” o “En un Mercedes Blanco”, por decir tres.
Así que esa supuesta labor de “telonero” de la que ejercía no fue tal y dio un concierto casi de cabeza de cartel, contando según caía la noche con muchos más adeptos que calentaban la jornada que se sumaban al jolgorio dando palmas, cantando y bailando. En la formación traían la novedad de un nuevo guitarrista con respecto a su anterior visita en las fiestas de San Isidro. Se trataba de Charly Cepeda, guitarrista prodigio desde su más tierna infancia en la banda Entresuelos y actualmente en Los Labios, que dio un toque algo más bluesero que lo que aportaba El Canijo. Como colofón de la velada aparecieron Los Enemigos casi al completo (faltó Chema Animal a la batería) para rendir tributo al “Revolution” de The Beatles con una adaptación al castellano algo más incendiaria.
Con el cambio de tercio llegó un considerable aumento de decibelios, no sólo porque las guitarras de Los Enemigos ganan en pegada sino porque además el volumen posteriormente fue alto. De hecho, el sonido que gozamos en el escenario del Hipódromo fue una de las grandes sorpresas del evento. Así de ideal no sólo el gentío que tanto disfruta cantando las canciones de Los Enemigos pudo volver a chillar los estribillos de “Señora”, “Dentro”, “Por la sombra”, una apropiada “Yo, el rey”, “Me sobra carnaval”, “La cuenta atrás”, “Septiembre” o el habitual cierre con “John Wayne”, sino que encima pudo disfrutar con absoluta nitidez de esa otra cara “enemiga” que es la de las canciones más calmadas. De ese modo es inevitable no volver a destacar “Desde el Jergón”, “No se lo cuentes”, “La otra orilla” o “An-Tonio”. La gran pena es que el repertorio fue algo acortado en los bises, dejando fuera por obligación “Complejo”, aunque también quedasen fuera temas inolvidables como “Ná de Ná”, “Paquito” o “La carta que no”.
Las esperadas nuevas canciones de Los Enemigos se hicieron esperar mucho, de hecho aparecieron en el peor momento posible justo cuando el ambiente se había caldeado, pero aun así cumplieron las expectativas. La primera en sonar fue “Vida Inteligente” (o al menos el título provisional) que comenzaba como un blues-rock marca de la casa al que no pudimos escuchar de manera nítida sus letras. Para los bises se guardaron una “Gurú” que recordaba a las canciones de Los Enemigos más divertidos con los habituales juegos de palabras de Josele.
Kiko está muy en forma a pesar de los años y los discos menos brillantes de los últimos tiempos, pero lo que volvieron a darnos Los Enemigos encima de un escenario nos demuestra que su regreso no ha sido nada forzado y que están en idéntica forma a cuando se despidieron en el año 2002. De hecho, la enorme mejora en la voz de Josele Santiago nos hace incluso pensar que pueden estar incluso un paso más allá, aunque toca ver cuando ese nuevo trabajo vea la luz.
Fotos: Ricardo