Como es el mundo del rock. Las estrellas nacen, cada vez más rápido gracias a que alguien ve algo en ellas. De repente una temporada están en estado de gracia y muchísimas personas tienen oportunidad de ver ese «algo». A partir de ahí mantener el listón se hace difícil, aguantar el hype es hoy en día la batalla de cualquier estrella del rock que se precie. Da lo mismo que, como Eli «Paperboy» Reed te dediques a un género tan añejo como el soul, porque el hecho de que algo así triunfe hoy en día no deja de ser una moda también (o sino vean los casos de Imelda May, Kitty, Daisy & Lewis o incluso Amy Winehouse). Independientemente de su talento, alguien en un gran sello decidió que eso podía vender y ahí está.
La introducción viene al caso porque este chaval de 26 años que triunfó en las anteriores visitas a nuestro país, no despertó entusiasmos tan unánimes esta vez. En el ARF cuenta la leyenda que se salió y hay que reconocer que ese festival es el que quita y otorga en esto del rock and roll. Por si fuera poco, también en Madrid hace menos de un año salió más que victorioso. Algo de esa chispa que todo el mundo vio entonces en él, faltó en Bilbao, donde hizo por cierto un importante sold out esa noche.
Previo concierto se anunció que el cantante pedía por favor que la gente no fumara, con la coletilla de que si hacíamos caso el concierto sería mejor para él y para todos. Pese al poso de chantaje solapado hubo gente que aguantó, aunque no fueron todos. El tema de los humos está empezando a ser cíclico en los conciertos y como espectador me encantaría que no se fumase en las salas, pero no sé yo si un artista al que la gente paga para ver tiene derecho a demandar este tipo de cosas.
El concierto prometía espectáculo y lo hubo. Arrancó con la banda sobre el escenario poniendo un preámbulo a la salida del pequeño genio, con el teclista de las gafas de pasta ejerciendo de maestro de ceremonias. Entre el resto de la banda destacaba especialmente el batería negro, encarnación del buen rollo soul. Eli salió a escena con impecable traje y peinado dispuesto a conectar con la audiencia a base de «¿están conmigo?», pedir al público gritar, dar palmas, demasiadas palmas tal vez. Y es que una cosa es espectáculo y otra que en la hora y media escasa que duró un concierto sin teloneros, tuvieran tanto peso este tipo de juegos con el público.
En lo musical hubo menos de soul-rock y más de las melodías que pueblan su último disco. Esto significó menos garra, menos despliegue vocal, más calma dentro de lo que cabe. Y lo que cabe es una carisma que le sale por los costados, una clase indudable a la hora de invocar a los clásicos y una garganta que quita el hipo. Así, cayeron temas como «Name Calling», «Help Me» o «Pick Your Number» para agrado del público y el soul se mezcló con retazos de swing y blues según los momentos.
Y también gospel, no en vano «You can run on» fue uno de los mejores momentos protagonizados por sus temas nuevos. Con permiso claro, del hit-single «Come and Get It» que animó a bailar incluso a los más indecisos o del soul-punk de «Explosion» o la incendiaria «(Doin’ The) Boom Boom«. Más de esta última vena más bailonga y sudorosa debió de haber, sobre todo visto lo escasa que quedó la duración del concierto. Eli «Paperboy» Reed convenció en Bilbao, pero no acrecentó su leyenda, tan sólo la mantuvo con más o menos dignidad.