Cuando me enfrento a una crónica suelo ponerme la música del grupo en cuestión simplemente para ayudarme a refrescar las sensaciones del concierto. Con The Dream Syndicate me da hasta cosa hacerlo. Sus discos suenan oscuros y rabiosos, suenan a época y son por sí solos una joya. Pero ofrecen una sensación sin embargo tan apagada de su música cuando la comparas con lo que 30 años después ofrecen en directo, que es irresponsable transmitir que lo que Steve Wynn y compañía hicieron fue una simple interpretación de «Medicine Show» intercalada con otros imprescindibles momentos de su carrera.
También toca aclarar que The Dream Syndicate nunca fueron mi banda favorita. A mi lo que el cuarteto hizo encima del escenario, me lo enseñaron Nirvana, R.E.M., Sonic Youth y Pixies. Y en cuanto a antecedentes, antes me empollé como cualquier hijo de vecino, a la Velvet Underground y a Neil Young. Así que nostalgias las justas, no valoro este concierto por lo que pudieran significar las canciones en la vida de alguien, sino por lo que son y por cómo suenan en 2014. Y es que el conjunto de setlist, ejecución y entrega se come al 99% de bandas ahí fuera, así de sencillo.
Pero vamos a desgranar lo que pasó. Salieron primero Laredo, banda de pop-rock intenso y letras en castellano, algo así como unos Vetusta Morla con un punto más clásico y americano, aunque con letras en español. Pese a estar algo fuera de lugar quizás, no hicieron mal papel, sonaron compactos y con tablas. Pero todo ello se nos olvidaría ante el recital de 2 horas que nos aguardaba con The Dream Syndicate. Un repaso a «Medicine Show» -divertido repetía Steve Wynn: «We’ve got a new record! It’s got 30 years!»– que fue de los que más nos gustan; ni estricto ni en orden. De hecho como se puede comprobar en el adjunto setlist (de memoria, seguramente inexacto), abundaron los momentos de «The Days of Wine and Roses» e incluso hubo hueco para paradas emblemáticas de sus dos últimos discos.
ETERNA JUVENTUD ELÉCTRICA
Esta reunión cuenta con 3 miembros de la banda en sus tiempos mozos, aparte de Wynn, Dennis Duck y Mark Walton (aunque este no sea fundador). Pero fue Jason Victor, esa estupenda pareja de baile guitarrera que se ha buscado Wynn, el encargado de abrir el concierto con ruido puro antes de salir sus compañeros. Era el clima misterioso que llevaba a los proto-shoegazeros acordes de «When You Smile». La cosa empezaba bien y este viaje por el underground seguía evocando las enseñanzas de la banda en Pixies («That’s What You Always Say»), invocando el rodeo-rock de «Daddy’s Girl» o momentos de oscuridad e intensidad como «Burn» influyentes sin duda en el llamado «grunge».
La cosa iba exponencialmente a más y ya el público estaba más que entregado. Esa banda de veteranos con espíritu de veinteañeros podía hacer con nosotros lo que quisiera, la noche era suya. Se sucedía en precipitación una avalancha de grandes riffs, de estribillos amargos pero memorables, de cara oscura del rock americano, de punk con alma y de un pasado tan vigente que abrasaba. Todo es posible gracias a una reunión que se nota genuina, una banda que pese a contar con un claro líder se la ve libre de egos sobre el escenario, remando juntos y pasándolo en grande. Incontables fueron los momentos en que guitarristas y bajista se encararon entre sí con sus instrumentos en alargadas e intensas jams que dejaban sin aliento, como en la enfervorecida «Definitely Clean».
Como unos amigos que acaban de empezar, con sus bromas, su interacción y el protagonismo de cada uno, pese a que la extremada compenetración Victor-Wynn se llevase más miradas. La versatilidad de ambos y una rabia eléctrica que como decía dejaba los discos en evidencia no era para menos. No soy especial fan de las grabaciones en directo pero un directo de este show valdría su peso en oro. Y es que, quién pudiera disfrutar de la truculencia de «Medicine Show» cuyo estribillo todos entonamos incluso a capella, la densa y cálida psicodelia de «Halloween» o el espasmódico garaje casi psychobilly de «Days of Wine and Roses», al menos un par de veces al año. Con esta última y su hipnosis rítmica terminó un set magnífico y digno del amplio territorio que abarca la banda.
ENTRE BISES Y HOMENAJES
Pero aún no estaba todo dicho, así que volvieron, para agradecer el apoyo, con especiales menciones a la marca WOP, tan importante para su regreso a los escenarios de hace un par de años y con la que ahora afianzaban ese nexo. Contrarrestaban a continuación el climax con melancolía pero indudablemente se fueron con otro punto álgido como fue «John Coltrane Blues» enlazada a golpe de bajo con el «Break on Through (to the other side)» de The Doors. Con tal broche épico terminaba la cosa y el DJ ponía música y se encendían algunas luces.
Pues no se vayan todavía, aún hay más. A más de uno le pillaría ya encarándose a la salida un sorprendente segundo bis con una «Still Holding on to You» que relajó los ánimos para volver a hacerlos estallar a continuación. Y es que si los ecos de la Velvet habían resonado a lo largo de todo el concierto, la banda no pensaba irse sin rendir un homenaje al «Rock n Roll» de Lou Reed que sonó acopladísimo dentro de su repertorio. Celebratorio final con el que The Dream Syndicate recogieron la ovación más grande en lo que va de año. Una que se ganaron a pulso además, que son las que mejor saben.
En un panorama de reuniones en que nos toca ver desfilar a muchos sin pena ni gloria por los escenarios, que la de The Dream Syndicate sea una reunión, en lo popular, de segunda o tercera división, no dice más que, en efecto, desde los 80 poco ha cambiado en la música en el fondo. Hay un underground que nunca deja de serlo y todo apunta a que es por un buen motivo, la preservación de conciertos así en una sala y no en un gran festival.