Triple concierto en lunes y en una sala no precisamente céntrica son peligrosos ingredientes, pero en los aledaños de la sala se respiraba un ambiente muy calentito incluso media hora antes de la apertura de puertas. Tanto The Dillinger Escape Plan como Poison The Well habían generado una expectación como para pensar fácilmente en el Sold Out, que suponemos se terminó dando a tenor del volumen de gente.
Stolen Babies fueron los primeros en salir a escena, e incluso aún permanecían probando para cuando la gente comenzó a entrar. La banda de la maja Dominique Pers y del batería Gil Sharone (que luego haría doblete con The Dillinger Escape Plan de manera igual de resolutiva) sufrió en sus carnes las deficiencias sonoras de una sala que habitualmente ofrece garantías en estos terrenos. A decir verdad, fue dónde mas sangrante se hizo pues de los tres fueron los únicos en demostrar un poco de interés por la sofisticación y la melodía, como el ejemplo de un tema como el single «Push Button». En «There Be Squabbles Ahead» ya demostraron que tienen mucho que decir en terrenos próximos a Dog Fashion Disco, Sleepytime Gorilla Museum o incluso Mr. Bungle. En directo ya han dado el primer aviso.
Los que ya han llegado a época de rematar faenas son Poison The Well, cosa que en cierto modo consiguieron en Copérnico. Como era de esperar lograron poner por momentos la sala patas arriba, pero si que es cierto que el poco minutaje del que gozaron los chicos de Jeffrey Moreira (perfecto castellano el suyo, por cierto) fue suficiente en un setlist muy cargado de «Versions» («Prematurito El Baby», «Nagaina»…) y poco de material anterior. Aún así, su gran enemigo volvió a ser el sonido de la sala… Bueno, en realidad fue nuestro peor enemigo, ya que a mas de uno le debió sangrar la oreja cuando los decibelios superaron el límite. Suerte que en la recta final del concierto el sonido se adecuara y pudiéramos pegarnos el gustazo de potencia de los de Florida, así como un impactante salto desde la barandilla de la sala por parte de uno del público.
El respetable ya se había encendido, así que la mecha ya se prendería sólo con la espectacular entrada en escena de The Dillinger Escape Plan. Gran comienzo con «Panasonic Youth» y Greg Puciato en 20 segundos ya entre el público metido. Parece que estos no se han acomodado nada en directo y siguen con la brutalidad por bandera. Alguien que vaya a ver a esta gente no debe esperar ni la mas mínima concesión: primero aporreo y volteo la guitarra con un clásico como «43% Burnt», luego sacó la vena de cantante de Puciato con himnos (hasta coreables) como «Setting Fire To Sleeping Giants» o «Milk Lizard» e incluso continúo repasando «Ire Works» con lo mas acertado del mismo (¿«Fix Your Face», por ejemplo?).
Ellos mismos son el otro punto fuerte del concierto. Más que en ningún otro grupo del mundo. Si bien la complejidad sonora que siempre han llevado The Dillinger Escape Plan desde sus primeros pasos no tiene su fuerte en directo, el espectáculo que es ver aporrear así las guitarras o el show de Greg ya merece asunto aparte. Por ejemplo, la catarsis de «The Mullet Burden» o «Sugar Coated Sour» incluyendo visitas a las barandillas y vigas del techo de la sala o el lanzamiento espontáneo de una caja de botellas de agua hacía el público es eso: un verdadero espectáculo. Incluso hasta uno se olvida que para la interpretación de un «When Good Dogs Do Bad Things» muy visceral no sólo no esta Patton, sino que encima no hay interés de intentar imitar sus registros y su técnica.
El momento final con Greg soberanamente encendido y colgado del techo de la sala podría ser inmejorable, pero a última hora y de un fuerte puñetazo terminó arrancando de cuajo la bola de cristales de la sala, para deleite del personal. Esta vez afortunadamente no hubo cristales rotos ni sangre y si un público que puso el grito en el cielo reclamando mas durante cerca del cuarto de hora. Brutalidad extrema, pitido de oídos y ninguna sutileza es el resumen… para bien o para mal.