Como el concierto que nos ocupa fue corto, aunque intenso, había pensado que la crónica del mismo debe ser algo así también. En lo primero me viene que ni al pelo por cuestión de economía del lenguaje, pero lo segundo me cuesta mucho conseguirlo usando sólo palabras.
Y es que el revivido proyecto de Destruction Unit quizás se basa más en sensaciones que en seso. Se sirve más de cómo hacer acoplarse una guitarra que en usar la cabeza. Ryan Rousseau se ha encargado de revivir un proyecto que pasaba por los nombres propios del ya difunto Jay Reatard y de su colega Alicja Trout.
Para esta nueva alineación se ha juntado con unos cuantos chavales veinteañeros que aportan justo lo que necesita a su lado Ryan, muchas ganas. Así el concierto, sonando en todo momento a volumen brutal pero con el amasijo de guitarras bien entrelazadas, consiguió sorprender a una amplia mayoría de aforo que quizás estaba ahí por la curiosidad de lo que es tener la etiqueta Sacred Bones o el legado de Reatard.
El concierto iba por unos caminos increíblemente potentes, atronadores y precisos, con los acoples y la violencia escénica como focos del show, pero la cosa terminó en unos términos totalmente inesperados. Guitarras volando, el bajista subido en el ampli, el propio Ryan tirando el pie de micro a la gente… Todo ello ciertamente encajaba con la potencia de la banda, pero cuando lo hacen sin llegar siquiera a la hora de concierto nos quedamos como muy a medias. Suponemos que la cosa irá a más para la próxima, pero el sabor fue algo agridulce.
Antes de todo esto hicieron acto de presencia Las Venas, con miembros de Juanita y Los Feos, Tetallica y Las Marlenes. Y sonaron a eso, garage en castellano, aunque todavía tiene mucho que pulir mantuvieron la atención de los curiosos.