Buena y sana costumbre esta de programar conciertos los domingos por la tarde. Todo un lujazo juntarte con los amigos, tomarte unas cañitas y meterte a continuación a ver a tres buenos grupos. El caso es que, a pesar de las cañas y tapas, llegamos veinte minutos largos prontos, pero ya estaban tocando los primeros teloneros, los Voicst, que por lo visto ya habían pasado por España y que no estaban anunciados en la entrada, para no perder costumbre, lo justo para ver que tenían muy buenas maneras en el escenario con un batería cardiaco (si el concierto dura una hora, se nos muere) y el cantante a punto de cargarse el micrófono de una patada con tanto saltito. Música muy directa, sin complicaciones, ideal para disfrutar en directo.
A partir de ahí se empezó a llenar la Sala Heineken (la Arena de toda la vida, recauchutada), lógico, señores míos, era lo que ponía en la entrada, empezó a hacer un calor insoportable. Aquí a la compañía le dio un desmayo durante la quinta canción de los Tokio Dragons y el que escribe, acabó con el cuerpo totalmente descompuesto, por decirlo finamente. En fin, que mientras uno no estaba ocupado practicando primeros auxilios, me pude fijar en lo muy buenos músicos que eran, de rollete Hellacopters/AC/DC, pero sin ningún motivo para recomendarlos o dejarlos de recomendar, porque no había nada en su música que los hiciera especiales. Pudieron tocarse diez temas, pero la verdad, es que aunque durante el concierto sonaron muy bien, después de acabar esta crónica no creo que los recuerde, salvo por lo que se parecía el cantante a Santiago Segura, el bajista a Gabino Diego y las pintas sleazy tan curradas, musculitos incluidos, del batería.
Y luego el Danko Jones en su línea, con todos los tics en directo que le han hecho conocido: muchos Ko Jones en el escenario, medio metro de impresionante lengua, movimientos de cabeza con cara alien, posturitas, provocación y saber estar en el escenario. Memorable fue la parte en la que nos pidió que no le hiciéramos los cuernecitos (será que eso queda para Carlos Escobedo), que pusiéramos facha de agarrar Ko Jones y pidiéndonos a los de las primeras filas que dejaran de montar moshes que a él lo que le gustaba, era ver chicas en primera fila. Muchos temas de todos los discos (Sugar Chocolate, Mango Kid, I’m Alive, Love is unkind, Play the blues, Lover Call, Fever, Finger, Sticky Situation, First Date, Don’t fall in Love, She’s Drugs … ). El sonido, para mi gusto no estuvo muy allá, también porque nos tuvimos que ir hacia una zona, para que la desmayada pudiera tomar aire y no repitiese. Por lo demás la gente ya creo yo que disfruto, si Danko cumplía con todos sus tópicos de un concierto de rock intenso, el público no iba a ser menos: gente tirándose del escenario, sudor a raudales, pogos, etc… Vaya, que allí hasta el último mono del público se lo pasó como un enano, si quiso y el cuerpo no se lo impidió, como fue mi caso o el de la compañía.
Ahora, cualquiera que haya escuchado a Danko Jones sabe que la única limitación del grupo, es el propio repertorio de la banda. Por más que a uno le guste, tengo que reconocer que todos los temas tienen el mismo patrón y si como teloneros de Backyard Babies hace unos años, tocando cuarenta minutos, lo bordaron, en esta ocasión, como grupo principal, bordarlo, lo siguen bordando, pero no llegaron al nivel de excelencia de esa ocasión, por un lado, porque tanto tema en la misma línea aporta poco al conjunto, y porque habiéndolos visto ya, los gestos, poses y arengas World Wrestling Federation de Danko, ya no sorprenden y divierten tanto. Será también que uno se va haciendo mayor…
En definitiva, que grupazo de directo como ya se sabía de antemano e imprescindible verlos al menos una vez en directo en la vida de uno, para saber lo que es un concierto de rock y no uno del Canto del Loco.