Post-metal de alto copete. Regreso a tierras bilbaínas de Cult of Luna, una banda fría tanto en sonido como sobre el escenario pero que dejó muy buenas sensaciones en su anterior visita. Precio ajustado y para redondear el tema, si en las otras citas la calidad local la ponían Moho o Vórtice, aquí la cosa no era para menos con Neila. Había ganas pese a que todo apuntaba al exceso de protagonismo en el setlist de «Eternal Kingdom» su nuevo y épico asalto, de carácter más arrabalero que el brillante «Somewhere Along the Highway» que le precedió con tintes más post-rockeros.
Los locales Neila presentaban su disco y ya es un clamor a gritos en el underground que a estos chicos, tras dos EPs de buenas, aunque oscurísimas sensaciones les está llegando la hora de trascender si bien no el underground, al menos las fronteras vascas o incluso bilbaínas. Era la primera vez que servidor tenía el gusto de verles presentando el recién editado trozo de desgarrada y contundente decadencia que es «Danza de Nieblas», con la incorporación de Caba (5000 RPM) a los sintetizadores. Una buena aportación tanto por los toques más épicos o atmosféricos, metidos con sutileza y medida como por la actitud febril de este nuevo miembro en directo. El resto del ritual ya lo conocíamos: 3 gargantas alternándose el asalto sonoro, voces alquitranadas, sludge o post-metal muy poco contemplativo. Y un sonido de 10 el que consiguieron arrancarle al Kafe Antzokia, que nos hizo temer por la integridad de los suecos, aún a pesar de su mayor parafernalia.
Mientras los preparativos para Cult of Luna nos sobrevino una decepción. Nos habían prometido que venían toda la banda, esto es 8 personas, dos baterías. La anterior vez fueron 6 y aunque el concierto había sido de nota, es inevitable pensar que te has perdido algo que en otros lugares sí han disfrutado. Pues bien, sólo había un set de batería montado, lo que dejaba a las claras que como máximo serían 7 y así fue. La cosa comenzó con la ambiental «And With Her Came The Birds» lo que personalmente me parece un acierto como apertura, si bien deberían acortar para no aburrir a un público que aún no está metido en harina. Aquí tuvimos oportunidad de ver al cantante principal de la banda, ausente la pasada ocasión, pero con el comienzo de «Owlwood» desapareció raudo hacia el backstage, tomando las riendas el tatuado guitarrista, que era el cantante que recordábamos.
Extraña forma de funcionar la de esta formación, desde luego. En fin, que el guitarrista se hizo cargo de las voces en la primera parte del concierto, salvo algún apoyo puntual en el que el otro cantante le asistía desde la retaguardia. Y así pasó el primer momento cumbre con el final de «Following Betulas», sacando el teclista una trompeta (me esperaba el final metido como un sampler), «Eternal Kingdom» u «Osterbotten», mostrando la típica tendencia a tocar el último disco, pese a que el público demande el material más antiguo. En cuanto a la batería, nos imaginábamos la orgía rítmica que sería eso con las dos, ya que con una ya llenaba el espectro que daba gusto. Aunque sin duda lo que más creo que distingue a COL, especialmente en directo, son esos sonidos de engranajes, válvulas, chimeneas que le dan a su metal un toque ‘steampunk’ de lo más seductor.
En todo caso, es un hecho que la banda sabe lo que quiere el público. De lo contrario, no se reservaría el vocalista para la segunda mitad del concierto, que es donde meten carismáticos temas del Salvation como «Leave Me Here» o sobre todo «Adrift». Parecido tocó del anterior disco, sólo los highlights de «Finland» y «Dim». Era de esperar por tanto, la mayor intensidad en esta parte, por un lado con un público mucho más entregado al headbanging con temas conocidos, con juegos de luces bastante efectivos, con alguna que otra pose marcial de la banda y sobre todo con la rotundidad combinada de las dos torturadoras voces. Escuetamente, como si fueran un tópico de la frialdad de su tierra, se despidieron hasta otra ocasión en la que yo desde luego haré lo posible por volver a estar.