Nos acercábamos por primera vez al clandestino Depto.06, local montado en un edificio industrial casi a orillas de la ría. Allí iba a tener lugar un cartel de clara dominante post-rock, con los portugueses Katabatic y los estadounidenses Caspian, estos últimos una de las realidades más sólidas del post-rock contemporáneo, presentando su recién editado Tertia.
Tras un retraso infernal, por lo que duró y por el calor de un local del que no se puede salir por las características antes comentadas, supongo que para no levantar revuelo entre la vecindad, por fin comenzarían Katabatic con una hora y media de retraso aproximadamente. Algún problema con un timbal que finalmente llegó, tuvo la culpa. Total, que los lusos se entregaron ya con el equipo bien dispuesto, a ejecutar su post-rock de vertiente hipnótica y a la creación de atmósferas correctas aunque sin aportar nada nuevo.
La mayor atracción de la primera parte del concierto fueron los cachivaches de todo tipo que uno de sus guitarristas iba sacando para matizar y enriquecer los etéreos sonidos de ambiente, principalmente enfocados a recrear el soplar del aire. Eso si, finalmente la brisa se convirtió en ventisca furibunda pues remataron con una parte final muy agresiva, lo cual por otra parte no deja de ser todo un emblema del post-rock según dicta la escuela de Mogwai.
Esperábamos algo parecido de Caspian, incluso más ortodoxo, sus partes melódicas e incluso silentes y sus remates furiosos. Pero pudimos dar cuenta como, mientras en disco continúan con su exploración ambiental, en directo ponen toda la carne en el asador y se convierten en auténticas bestias pardas, especialmente por la sensación de tocar en un local como este a la altura del público y sin apenas mediar distancia.
Así, hubo momentos en que la imagen de los tres guitarras y bajo en frenético movimiento pendular acompasado hacia adelante era realmente sobrecogedora. Lo mismo podemos decir de su entregado batería, que en las partes calmadas no sabía uno si simplemente reposaba en trance o se iba a desmayar del calor. Y es que en Massachussets no están acostumbrados a nuestro clima, pero que te toque tocar en Bilbao ya en el mes de octubre y te encuentres con el bochorno de aquel domingo aumentado por el particular microclima del recinto, parece cosa de cámara oculta.
Por tanto si, escuchamos bellos teclados y xilófonos y bellas atmósferas, pero tanto la disposición de la banda como las condiciones externas hicieron que fuera un concierto intenso, sudoroso y asfixiante en donde brillaron por igual temas del «You Are The Conductor», «The Four Trees» y de «Tertia». Y así hubo solemnidad y rabia, con momentos en que uno de sus guitarristas, lógicamente el más alto, estuvo a centímetros de reventar su instrumento contra el bajo techo.
Terminó la cosa con «Sycamore», en la que progresivamente todos fueron abandonando sus instrumentos para contribuir a una maraña percusiva, recurso que no es precisamente original, pero sí resultón. Así, la banda dejó un sabor de boca más que bueno, demostrando que están en primera liga del post-rock con mayor presencia de guitarras. Probablemente podrían haber hecho un bis, pero entre que los músicos tuvieron que salir raudos del local para tomar aire, que nos dieron las mil y que la policía parecía haber estado rondando la zona, no parecía proceder.