Comenzaban las actividades musicales del BasqueFest en la Alhóndiga, una especie de festival para la promoción de la cultura local en una Semana Santa en la que se supone a Bilbao plagada de turismo.
Para el primer día teníamos a Belako, buena elección ya que es sin ninguna duda la banda local en boca de todos. La juventud de estos chicos y su sorprendente asimilación de los patrones del indie-rock y el post-punk han resultado en una propuesta refrescante. Aunque no sea estrictamente nada nuevo y se atragante un poco en disco, en directo destaca por su chispa y su naturalidad. Mucha gente lo ha entendido así y mucha gente estaba allí ese día, naturalmente también por la gratuidad del evento, pero los de Mungia levantan pasiones a pesar del escaso recorrido de su debut.
Así, se presentó el cuarteto con su teclista y vocalista principal (que se disculpó por no poder dar todo sobre el escenario por temas de salud), sus guitarrista y bajista, ambos cantantes ocasionales y el batería. Clave de la frescura de la banda es este natural intercambio de roles, porque lo que se dice virtuosos no son ninguno, pero explotan bien sus habilidades. Siendo la única banda de la noche, se despacharon a gusto tocando todo el disco e incluso alguna versión. Y no fue su lustroso single «Beautiful World» la que más destacó ni la ruidosa y atmosférica «Eurie», aunque también, sino los momentos más locos y agresivos casi siempre, que se cuidaron de guardar hacia el final, antes y después de los bises.
Tanto es así que nos es complicado saber si el sonido de la Albóndiga era correcto. Creemos que sí y que la banda tiene cierto punto de amateurismo punk con el que comulgamos. Lástima que un recinto como el que tocaba, con sus vigilantes controlando que nadie introdujese bebida (en cambio sí que se podía consumir allí, vaya una contradicción) estuviera tan lejos del punk-rock de una sala de mala muerte o un gaztetxe como uno pueda imaginar. Por cierto, la tortura a que se sometió al público este primer día con la pantalla superior iluminada en blanco también fue un punto negro organizativo a tener en cuenta.