Muchas veces toca hacer la crónica de un concierto atendiendo más al componente histórico y emotivo que al puramente musical, y el caso de la gira de 50 Aniversario de Beach Boys con su formación original es uno de los más claros que hemos tenido la suerte de vivir. Las dudas de cómo se iban a desenvolver en esta gira fueron efímeras, entre otras cosas gracias a que Brian Wilson estaba ahí, leyenda viva en horas bajas. Pero leyenda al fin y al cabo.
En el precioso entorno del recinto en plena Sierra de Gredos, aparecían en escena primero Ele De Eme como primeros e inesperados teloneros. La banda vallisoletana le puso muchas ganas y esfuerzo, con un vigor exaltado con cada nota que dejaban caer, pero inevitablemente quedaron muy lejos del papel y de las tablas que se esperaba en una cita así. Inevitablemente nos tuvimos que acordar de otras muchas bandas locales que podrían haber encajado mucho más con los Beach Boys y con su artífice Brian Wilson, por estilo, por solera y por calidad.
Los Secretos vinieron después, banda que si demostró tablas y buen hacer, aunque el carácter tristón y lánguido no encajó mucho con lo que se nos vendría luego con los californianos. Al espectador que acudió con más curiosidad que otra cosa le vino bien conocer alguno de los hits que los Urquijo han ido creando con los años, con especial mención al estallido final de «Déjame». Cuanto menos, otra dosis de historia, en este caso del pop de aquí.
La afluencia de público no había sido gran cosa hasta ese momento, pero para cuando tocaba que apareciera la banda principal el público ya abarrotaba las primeras filas con una diversificación de público inmensa: gente con ganas de bailar, gente de brazos cruzados, gente que conocía apenas dos canciones y unos cuantos jóvenes que veían su sueño cumplido. Salieron a escena primero el resto de músicos de acompañamiento, formado a medias por los músicos de Brian Wilson (con especial mención a Jeffrey Fosket a la guitarra y Darian Sahanaja en los teclados) y a los del resto de Beach Boys en las últimas giras sin el. Fueron sin duda los que sostuvieron todo el concierto, con un sonido perfecto y una precisión que permitió incluso algún que otro lucimiento personal (como por ejemplo el de su percusionista o el de su saxofonista).
«Do It Again» sirvió pues de introducción a los miembros, que fueron presentados uno a uno por el propio Jeffrey. Evidentemente los últimos en ser anunciados fueron los carismáticos Mike Love y Brian Wilson, que con esta gira parecen haber enterrado todas las hachas que en el pasado fueron surgiendo. De hecho, el último está para poca pelea, ya que fue ayudado para sentarse a su piano, impasible delante de las teclas, regalando apenas algunas sonrisas y hasta protagonizando el momento tierno de la noche cuando pidió una chaquetita ante el frescor abulense. De manera perfecta empalmaron la canción inicial con otras dos de esas canciones que ponen contento hasta al más triste: «Little Honda» y «Catch A Wave». Con el público cerca del bolsillo decidieron dar un último empujoncito regalando dos de sus canciones más conocidas para el comienzo, con la bella «Surfer Girl» y sobre todo la celebrada «Surfin’ Safari», y una sensacional «Don’t Back Down» que demostró que las voces seguían empastando a pesar de la edad.
A partir de aquí comenzó el momento valle-intimista, que quizás fue el único pero (en el orden y no en el contenido) que poner a un repertorio muy bien seleccionado. Las armonías vocales de «Come Go With Me» consiguieron el mayor de los éxitos para los que conocían más del repertorio, pero el ambiente frío se instaló justo cuando canciones más pop como «All This Is That», «In My Room», «When I Grow Up To Be A Man» o la reciente «That’s Why God Made The Radio» se entremezclaban. Temas como «Little Deuce Coupe», «Don’t Worry Baby» y una trepidante «I Get Around» consiguieron mantener la mecha bien encendida para un tramo final que verdaderamente fue digno de enmarcar.
A partir de aquí es complicado ordenar en que lugar iban las canciones, pero permanecerán imborrables momentos como «Heroes and Villains» en un ejercicio vocal prácticamente perfecto, un sorprendente «California Dreamin'» (si no me equivoco fue estreno en esta gira) y sobre todo el recuerdo a su obra maestra «Pet Sounds». Hasta ese momento Brian Wilson había permanecido en un segundo plano, notablemente debido a sus limitaciones actuales (vocales y físicas), pero su voz era la encargada de revivir la de su hermano y la del resto de piezas de esa gran obra. Evidentemente no sería el que mejor lo iba a hacer, pero la carga emotiva de ver la cabeza pensante del grupo simboliza todo lo que han sido Beach Boys. Primero sonó «God Only Knows» entre lagrimas de emoción en las primeras filas, para luego unir «Sloop John B» y una «Wouldn’t It Be Nice» que seguramente permanecerá imborrable en nuestro recuerdo, entre otras cosas por un ejercicio armónico que nos trajo los mejores memorias de tiempos pasados en la banda. Del tramo «Pet Sounds» sólo lamentamos que «I Just Wasn’t Made for These Times» se quedase por el camino, aunque ha sido habitual en todos los repertorios.
El cierre del extenso concierto (no descansaron en mitad, como hicieron en EEUU) ya contó con todo lo que el 99% quería presenciar. Y hay que reconocer que entre el buen hacer de la banda y el trabajo vocal de los ya ancianos miembros de la banda, tuvimos unas buenas dosis de «All Sumer Long», «Help Me Rhonda», «Rock And Roll Music» y, sobre todo, una «Good Vibrations» que sigue sonando tan avanzada a su tiempo como cuando Brian la ideó en su cabeza. «Barbara Ann» y «Surfin’ USA» fueron el delirio final del set, ante una audiencia que difícilmente podía dejar de bailar, aunque en seguida volvieron a aparecer para atacar «Kokomo» (algo fuera de sitio entre tanto hit acelerado), «Do You Wanna Dance?» y un fin de fiesta soberbio con «Fun, Fun, Fun».
Seguramente veremos este año muchos conciertos mejor ejecutados, pero ninguno con una carga de historia, cariño y emotividad como este. Un verdadero gusto de aniversario que inevitablemente nos sabe también a despedida, sobre todo a tenor del complicado estado por el que atraviesa el bueno de Brian Wilson. Esperamos equivocarnos.