/Crónicas///

Bad Religion – Barakaldo (21/06/2008)

Greg Graffin, Jay Bentley, Greg Hetson, Brian Baker, Brooks Wackerman
8.7
Rockstar Live, Casi completo
Precio: 21 €

SETLIST
21st Century Digital Boy
New Dark Ages
Suffer
I want to conquer the world
Let Them Eat War
A Walk
Stranger than fiction
No control
Anesthesia
Come Join Us
Requiem for Dissent
Big Bang
News from the front
Honest Goodbye
You
The defense
Flat Earth Society
Before you Die
Social Suicide
Struck a Nerve
52 Seconds
Heroes & Martyrs
Punk Rock Song
Fuck Armageddon This Is Hell

Recipe for Hate
American Jesus
Generator
Infected
Sorrow

Ajetreado fin de semana bilbaíno en lo musical. Mientras una gran parte de la afición heavy o no tanto estaba en Kobetamendi esperando a Kiss, otros disfrutaban al aire libre de Deus y El Columpio Asesino al lado del Guggenheim y unos terceros nos congregábamos en la barakaldesa sala Rock Star Live para presenciar el concierto de Bad Religion. Atípica y moderna sala (situada en un centro comercial para mas inri) esta para una banda de punk-rock, por melódico que sea.

Algo menos desentonaba con los teloneros Yawn, barceloneses y practicantes de un punk-pop adolescente de letras intrascendentes que no consigue despuntar, a diferencia de ídolos como Blink 182 o Green Day. El calor intrínseco a la sala propició al menos que no fuera un concierto frío, pese a que muchos prefirieron esperar fuera durante su actuación. Les queda mucho para acercarse incluso a referentes patrios como GAS Drummers o Corn Flakes.

Bastante puntuales aparecieron Bad Religion, en formación de quinteto, sin Brett Gurewitz (eso ya se sabía). Y no se andaron con rodeos, abriendo con una de sus canciones más universales, «21st Century Digital Boy», que encendió al personal hacia una sucesión de temas viejos y modernos a la que siempre se pueden buscar pegas, pero de indiscutible funcionamiento.

De hecho continuaron con «New Dark Ages», single de su último trabajo, «New Maps of Hell», que demostró como pese a su larga trayectoria, sus fans no son ajenos a la actualidad de la banda. La vieja combinación de estribillos con vocación de himno y frenéticos solos explotó por primera vez con el momento álgido de «Suffer» y «I Want to Conquer the World».

La mezcla continúo con acierto, relativos bajones («Let Them Eat War») y medidas subidas («A Walk»), siempre hablando de popularidad, para llegar a hits que trascendieron sus fronteras hacia el rock alternativo como «Stranger than Fiction». Contentando a todos, su primera época «epitaphica» quedó representada con la adrenalínica «No Control» y «Anesthesia» para regresar a mediados de los 90 de la mano de «Come Join Us».

La tónica continuó hasta ser un poco alterada por la seudobalada coreada «Honest Goodbye», nueva pero llamada a ser un clásico de directo. Pronto llegó otro gran momento de su historia reciente, «The Defense», momento que sirvió para apreciar el buen sonido logrado haciendo justicia a sus nuevas producciones. Destacar también en este punto, los medidos coros, otro punto fuerte de su directo, como no podía ser menos en una banda de su estilo. Y nunca un posesivo estuvo mejor elegido.

Hacia el final es cierto que llegó una parte un poco floja, con exceso de canciones recientes como «Before you Die», «Social Suicide», «52 Seconds» o «Heroes & Martyrs», que no hizo sino aumentar la euforia en el himno con mayúsculas de «Punk Rock Song». El recuerdo de sus comienzos con la clásica «Fuck Armaggedon, This is Hell» dio paso a un descanso merecido, para banda y entregado público. Y es que se hizo extraño ver pogos, crowdsurfing y stagediving (fistfucking no hubo, creo) en una sala tan colorida y modernamente equipada.

La banda de hecho agradeció la entrega, mostrándose comunicativa, haciendo guiños al festival heavy, utilizando un poco el populismo nacionalista aplicado al fútbol, etc. En especial Greg Graffin, como no, pero no había quien quitara la sonrisa de la cara al bajista Jay Bentley ni al cómico y teñido Brian Baker.

La batería de hits para los bises no fue moco de pavo. De una correcta «Recipe for Hate» a la melodía política reactualizable de «American Jesus» y la infalible «Generator», comenzada en plan lento desembocó en un final del que muchos pueden aprender, no sólo los punk-rockers. Y es que la oscuridad melódica de la balada punk «Infected» y la tremenda lucidez que marcó los tiempos de la vuelta de Gurewitz a la banda(hablo de la folkie «Sorrow» cuyos problemas de sonido no empañaron nada) marcan un final esperanzador incluso para una banda que lleva años cantando lo jodido que está el mundo.

Es el de Bad Religion un concierto difícil de narrar. Pero para un conocedor de su repertorio y amante del punk-rock melódico, la experiencia es necesaria, máxime cuando ya no podemos disfrutar de antecedentes como los Ramones. No voy a decir que no echara de menos temas como «The Handshake» o «Atomic Garden», pero se entiende que den preferencia a unos cuantos temas nuevos, sobre todo porque pueden estar orgullosos de ellos. Esperemos que no haya más tristeza, es decir, que nos sigan visitando de vez en cuando.

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21 de junio de 2008