Me volvía a acercar a ver a uno de los clásicos de la escena madrileña, Backyard Babies (¿y cuantas van ya?), esta vez teloneados por una bisoña banda sueca de nombre Bullet.
Con una horita de retraso, abrieron puertas, cosa que agradecí para beberme unas cervezas antes de entrar y no pagar la salvajada que te cobran por un «mini» en la Heineken, pero también sirvió para que Bullet tuvieran una buena entrada durante su actuación. Formación clásica hardrockera con dos guitarras, bajo, batería y cantante y más clásicos aún si cabe en el setlist ofrecido. Muy buenas maneras, mejor cantante, aunque con un timbre de voz excesivamente agudo, para mis gustos, pero con el defecto del que adolece estructuralmente el género: escasa, por no decir, nula, originalidad. La gente se lo paso muy bien con ellos, que es de lo que se trata siendo unos teloneros, pero no dejaron excesiva impronta en mi memoria, pero supongo que las féminas estarían encantadas porque lo que si aportaba la banda eran unos cuantos suecos guaperas a la escena. Del cantante y sus muñequeras de pinchos hasta el codo, obviamente, no estoy hablando.
¿Y que se puede decir ya de los Backyard Babies? Pues lo de siempre: tienen unas tablas en el escenario increíbles, saben transmitir en sus directos, especialmente el de siempre, o sea, Dregen y esta vez hubo progresivo despelote y pudimos ver el «rocker» de la escuálida tripa de Nicke Borg. La novedad estuvo en el set list, con alguna canción bastante pinturera del nuevo disco, como el single , «Fuck off and die», o, «Degenerated», y que en vez de acabar el concierto con «Minus celsius» como venía siendo habitual, lo sustituyeron por «Bombed (out of my mind)» del «Total 13», lo que fue muy de agradecer, porque yo que se la de años que llevaban sin tocarla.
Lo demás, pues básicamente lo mismo, es decir, que estuvo sustentado básicamente por temas del «Total 13» («Look at you» y un semikaraoke con «Highlights») y del «Making enemies is good» («The Clash», «Brand new hate» y la mejor, para mi, «Star War»), para la duración de siempre del concierto de hora y cuarto.
Pero claro, si mantienes la duración del concierto, a la habitual, y tratas de presentar los temas nuevos, y tocar algo de los últimos discos, el resultado está claro y es que se echaron de menos temas absolutamente imprescindibles en el repertorio de los Backyard como «U.F.O. Romeo» o «Madman». La solución pasaría por aumentar los conciertos a hora y media de duración, pero entre que se los ve físicamente cascados y que lo de tocar hora y cuarto les está permitiendo venir y venir, «more, more and more» a Madrid, tampoco creo que a ellos mismos les interese. En el anecdotario de este concierto queda el clásico escupitajo lanza púas de Dregen, y lo gansito que estuvo con el pañuelo: paso del brazo a ponérselo en plan obrero en la cabeza o a ponérselo en la boca en plan bandolero, eso sí, con el carisma, y porque no decirlo también, sobreactuación, que caracteriza al guitarrista.
Otro buen concierto más de Backyard Babies, al mismo nivel que el último de Moby Dick, aunque ese estuvo mejor al ser una sala pequeña y mejor que el último de la Heineken con Supagroup de teloneros. Los tiempos de la Sala Sol o de la propia Heineken con Danko Jones, parece que va a ser difícil que vuelvan, pero esta es una gente que siempre cumple y no decepciona, y lo que es seguro, es que volveremos a tenerlos en Madrid a no tardar mucho. Por ellos seguro que no va a quedar la cosa.