/Reseñas///

Prodigy – Invaders Must Die

Prodigy - Invaders Must Die portada
Cooking Vinyl, 2009
Productor: Liam Howlett, James Rushent
Banda: Liam Howlett, Keith Flint, Maxim Reality

Géneros: , ,

7.2

Liam Howlett parecía condenado a que su estela se fuera apagando engullida por sus propios hits. Demasiado tiempo pasó desde aquel «The Fat of The Land» que les lanzó al estrellato mainstream y cambió el paradigma de la música electrónica hasta que se decidió a sacar «Always Outnumbered, Never Outgunned». Entre medio estuvo «Baby’s Got a Temper», single a modo de refrito de sus previos hits que no auguraba nada bueno.

Sin embargo soy de la opinión que «Always Outnumbered…» es un disco bastante infravalorado, tal vez por su faceta más abstracta y orientada al electro que al rock de máquinas. De todos modos, Howlett ha captado el mensaje y ha vuelto dispuesto a dar a la gente lo que quiere; himnos para conciertos y momentos de subidón en los festivales de verano.

El disco abre en tensión con «Invaders Must Die», tema más propio de sus contemporáneos Chemical Brothers, protagonizado por samples distorsionados y quebradizos ritmos de bombo. Y esto lleva a «Omen», indiscutible himno discotequero en espiral donde la aportación vocal añade el característico toque punk-rock. Y es que una de las novedades prometidas del disco era que Howlett había contado con sus compañeros, Howlett y Maxim Reality. Sus campanillas parecen de nuevo, un guiño a la citada «Baby’s Got a Temper».

Y es que la banda ha hecho un viaje al pasado para quedarse con las voces agresivas y el talante sucio de su época de gloria pero regresando al lúdico toque ‘raver’ que medió entre «Experience» y «Music For The Jilted Generation». Así a hits como «Take me to The Hospital» o «Piranha» han regresado los sintetizadores ‘old school’ y las filtradas voces pitufiles.

En tiempos en que las jóvenes bandas indies o más bien las revistas de tendencias reivindican la cultura rave, Prodigy vienen a pulverizarlo con lo que es un indiscutible no-parar de hits ruidosos, fuertes y agresivos. Demasiado. Ese es el problema, «Invaders Must Die» carece tanto de la cohesión de «The Fat of The Land» como disco de rock, como la progresión de «Music for the Jilted Generation» como disco de música electrónica. Esto es puramente un batido revolucionado con ingredientes de rock, hip-hop, house y breakbeat arrollador en sus partes pero demasiado burdo y arrollador en su totalidad.
Aún así es irremediable rendirse puntualmente ante el familiar tono breakbeat de «Colors» y sus supersónicos sintetizadores, liberar adrenalina con las maneras punk de «Run With The Wolves» o sentirse en una nave industrial al ritmo de «Warrior’s Dance». El hip-hop por su parte, protagoniza algunos de sus temas más duros. Por ejemplo «Thunder» es una respuesta más jamaicana (y mucho más floja, claro) a su propio éxito «Poison», mientras la arrolladora y alienante «World’s On Fire» pone la paranoia en la pista.

Para aterrizar del frenesí bailongo, «Stand Up» cierra el disco a modo de instrumental psicodélico que podría incluso encajar en casi cualquier disco de pop-rock ‘british’, Oasis, sin ir más lejos. Los bonus tracks incluyen dos más que sugerentes temas de pura narcosis más relajada; la hipnótica «Black Smoke», que se sumerge en percusiones étnicas de los suburbios londineneses y «Fighter Beat» con un constante y saturado sinte de base mientras breaks y sonidos más agudos penetran en tu cerebro.

Puede que «Invaders Must Die» no sea un disco con demasiada trascendencia. Es electrónica para masas hecha para soltar adrenalina y seguramente hecho a la medida de sus directos. Propuestas de electrónica más interesante encontraremos a patadas, pero el trono del dance-rock desmadrado y hooligan sigue siendo suyo.

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1 de enero de 2009