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Poison The Well – Versions

Poison The Well - Versions portada
Ferret, 2007
Productor: Pelle Henricsson and Eskil Lovstro
Banda: Jeffrey Moreira, Ryan Primack, Chris Hornbrook (Boyer, Henricsson, Lovstrom)

Géneros: ,

8.3

4 años han pasado desde la última entrega de Poison The Well, prestigiosa formación cuya trayectoria ha venido describiendo una plausible progresión desde el metalcore a otros sonidos más aperturistas. Tras uno de esos desafortunados pero tal vez necesarios pasos por una multinacional, vuelven al terreno independiente con un quinto disco que trae muchos cambios.

El primero en cuanto a formación, quedando sólo tres miembros, aunque PTW es una banda acostumbrada a estas vicisitudes que en poco afectan (el menos negativamente) a su firme evolución. En este caso pasa por incorporar una serie de instrumentos bastante exóticos para una banda de hardcore, como sintetizadores, banjo, mandolina o incluso trompetas. No, no se han pasado al folk, pero tampoco deberían ser considerados encasillados nunca más, sino más bien tomados como una banda que dentro de la dureza y la oscuridad busca nuevos horizontes en que experimentar. Y los encuentra.

Es probable que parte de sus antiguos fans se vean pues decepcionados. No obstante quienes sondeen las pistas del disco en busca de adrenalina pura para descargar en los conciertos, la encontrarán en veloces temas como «Letter Thing» o «The Notches That Create Your Headboard». Son lo suficientemente viscerales para contentar a sus fans de siempre y con arreglos electrónicos y texturas lo suficientemente interesantes para otro tipo de oyente que sepa apreciar la cantidad de matices que contienen.

El trío echa toda la carne en el asador con temas como «Nagaina», donde Moreira se atreve a cantar con voz limpia e incluso delicada, sin que esta acentuada pasión por las armonías sepulte la oscuridad y desgarro característicos de la banda. Esta vena de rock alternativo que la banda ha insuflado a su madurez bebe de bandas tan dispares como Deftones, Soundgarden, Isis y especialmente Cave In, todas ellas bandas que saben utilizar la melodía para un buen propósito, nada contemplativo.

Quién busque canciones livianas no las encontrará ni en el momento mas melódico, «Slow Good Morning”. Aquí, a través de una guitarra reverberante, sintetizadores y una voz aclarada tejen un hechizo épico, aunque pesado y con cierto aire sludge en los riffs. Jugando con una mezcla similar, pronto la delicadeza vocal de “You Will Not Be Welcomed” explota en rabia y la instrumentación crea una densa base sonora que deja sin aire cuando Moreira saca su lado gutural.
Hay otros temas no tan lejanos de lo visto en el genial «You Come Before You», que podrían definirse como una vuelta de tuerca de lo allí expuesto. Es el caso de «Prematurito El Baby» o “Naïve Monarch”, hardcore veloz y furibundo de rumbo impredecible. A destacar el espejismo de calma en la primera y el solo de guitarra así como el melódico estribillo que encaja como un guante en la segunda, tal vez el mejor tema del disco dentro de los que aún siguen una pauta hardcore.

Aún así, la melodía lucha por abrirse terreno en todo momento, como en el postgrunge de vertiente experimental de «Breathing’s For The Birds» con dinámicas de teclado, la intensidad de «Pleading Post” o el post-hardcore sombrío de “Composer Meet Corpse”. La banda invoca a los paisajes inquietantes en “Riverside”, que crece entre acústicas y un extraño efecto percusivo hasta que una muy inesperada trompeta pone el toque exótico. Ya sólo queda “The First Day Of My Second Life” que sigue en perfecta armonía como un buen compendio de la variedad de matices que el disco ofrece.

Poison The Well han evolucionado, cosa que por otro lado nunca dejaron de hacer. Es inevitable pensar en otros que lo hicieron antes como en este caso, Cave In. A diferencia de los de Brodsky, el trío de Florida no ha abandonado por completo el metal o el hardcore, pero si ha rebajado la crispación, dejando paso a una mayor riqueza instrumental, ambientes y demás indagaciones a todos los niveles. Sorprende que haya pasado tan desapercibido.

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1 de enero de 2007