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Kyoto – Lo Que Vuelve Para Vengarse

Kyoto - Lo Que Vuelve Para Vengarse portada
Autoeditado, 2010
Productor: Hans Krüger
Banda: Alicia Puebla, Iván Fanlo e Isaac Moreira

Géneros: , , , , , , ,

8.8

Desde Zaragoza nos llega una propuesta a primera escucha interesante y a varias muy estimulante. Un curioso trío que bebe del post-rock más gélido, del slowcore, el shoegaze y demás géneros con énfasis en la belleza de la desolación y las atmósferas. En este caso, los teclados juegan un papel determinante, seguramente más que el resto de instrumentos. Por supuesto, la ausencia de guitarras es fundamental en la preponderancia electrónica, arropada por graves riffs de bajo y por lo general, inquietos ritmos de batería.

Que en su myspace se definan graciosamente como «Enya pero en punki» ayuda no obstante a hacerse una idea de lo que se traen entre manos. Porque si bien la instrumental «El Cosmos nos hará libres» con su riff setentero podría encajar a modo de intro en cualquier disco de metaleros sesudos, ya vemos ingredientes de una mezcla que no deja fuera ni el post-hardcore, ni la psicodelia del space-rock acorde con el título. Atendiendo a otros cortes instrumentales cinemáticos y rebosantes de tristeza como «…Y los Arboles También» podríamos pensar que son una buena banda de post-rock más.

Pero ya con «200 Millones de Veces» vemos como la balanza se decanta claramente hacia el indie  y el synth-pop gracias a la melódica voz de su cantante; femenina y en parte inocente, aunque fría y alienada, muy bien adaptada al sonido de la banda. Podría tratarse de un tema pop brillante y en cierto modo lo es, pero, como unos My Bloody Valentine, la voz queda en un segundo plano ante la ascensión del noise y los sintetizadores. Aún así es efectivamente el momento más melódico del disco, lo que no quiere decir que destaque tanto por encima del resto. «La Última Noche de la máquina» destaca por su estructura experimental de ritmos precipitados y el campanilleante sintetizador. Un patrón sobre el que construyen la épica y el ruido mientras la voz se muestra una vez más, imperturbable.

«Sin Futuro» es otro corte sobresaliente, su patrón melódico se clava en el cerebro como la banda sonora de una película de ciencia ficción. Podemos decir que resulta embaucadora la gélida hipnosis a la que la banda nos somete durante la precisa media hora del disco. Por su parte «Hasta la Eternidad» se acerca más al shoegaze con un tono grave y nuevamente, espacial, como caminando hacia un inexorable apocalipsis ci-fi.

El turbador pasaje en el transbordador de Kyoto por atmósferas volátiles, elegantes, crudas y robóticas finaliza con la soledad sintetizada de «La Danza De Las Convulsiones» que a través de su silbido nos deja con la sensación de que el trío no puede ser sino una banda emergente en el rock experimental nacional y que merecen al menos la misma atención que tendrían en una gran capital, aunque tampoco fuera mucha. De momento estos 30 minutos de desasosiego deberían abrirles puertas.

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1 de enero de 2010