1991, según nuestras bandas (II)
Quién mejor para expresar lo que 1991 marcó que las propias bandas. Esta vez nos quedamos con los testimonios de Zuma de Ánimic! e Ignacio de Havalina, que nos hacen una completa disección de los discos que les apasionaban por esa época. Entre bajistas anda el juego.

ANÍMIC!  
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«Muy difícil hablar de discos editados hace 20 años y escuchados hace 20 años sin tener en cuenta de qué manera se escuchaban los discos hace 20 años… con lo que han cambiado las cosas. Los formatos casi han desaparecido, el tiempo de consumo se ha acelerado, la memoria se ha empequeñecido… solo se puede hablar de aquellos discos recordando lo que me supuso escucharlos entonces, las emociones y los cambios que me provocaron. 1991, qué año! hay un disco por encima de todos: el «nevermind». Otros, al mismo nivel de popularidad internacional: el «dangerous» de michael jackson y el «achtung baby» de U2. pero en primer lugar, a nivel nacional e individual: el «gure jarrera» de negu gorriak. No hablaré de discos de aquel año como el «out of time» de rem, el «the mix» de kraftwerk o, ni mucho menos el «gling-gló» de bjork o el «steady diet of nothing» de fugazi, pues los escuché todos en 2003 y, aunque algunos supusieron auténticas revelaciones emocionales, ninguno causó lo que causaba la música en 1991, con 12 o 13 años de edad.
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Dangerous: La vuelta de michael jackson que, para un pequeño consumidor que vivió el «bad» como algo solamente accesible a través del videoclip, suponía el primer acercamiento al formato Álbum en su discografía. Las horas que pasé escrutando minuciosamente la portada… lo que entonces suponía una viñeta gigante de un zoológico para adultos hoy es el jardín de las delicias de un egocéntrico niño grande bla bla bla y todo eso… musicalmente hoy en día ya no me parece gran cosa, pero entonces sentía que estaba jugando a una megadrive con calidad de sonido de 16.000 bits y que Sonic se me podia aparecer a toda velocidad entre canción y canción. También el videoclip trajo este disco a las casas. Televisión Española anunció durante una semana que aquel domingo se emitiría el clip de Black or White, con la insistencia y la importancia que hoy en día anuncian los partidos de futbol. Y no defraudó lo más mínimo, al menos entre yo y los otros del cole. Como nunca, creimos estar viendo una película de Spielberg y la escena del cambio de razas del busto de la parte final, dio de qué hablar durante semanas. Y en lo que musicalmente se refiere… menudo temazo. Hoy en dia disfruto mas que nunca con la linea de bajo, con el punto de distorsión que le pusieron y con la rotundidad con la que entra. Hoy, igual que entonces, me sigo emocionando imaginando que es macaulay culkin el que entra rapeando en plan adulto. por destacar otro tema «remember the time». Por criticar otra cosa, demasiado largo y demasiado flojo hacia el final. Esto lo convierte hoy en dia en un disco olvidable.


Achtung Baby: Lo trajo mi hermana, calentito. Debía ser el tercer o cuarto cd que se compraba. Y desde luego fue el primero de ellos que realmente le sacaba partido al formato, pues estaba concebido para ello. Y del mismo modo que aquel nuevo sistema de reproducción suponía para nosotros el estar a la última, el sonido que aquel cd emitía parecía confirmar que habíamos entrado en una nueva era y que el futuro era ya! «zoo station», el primer tema, empezaba a sonar a los 20 segundos, en larguísimo fade-in. Lo cual, creo, debió provocar en ella y yo un sobresalto de duda, el primer atisbo de desconfianza ante tanta tecnología. pero no: qué inicio! yo me habría conformado con un retorno solido al «the joshua tree», tras un flojo «rattle and hum», una vuelta a los gorros de cowboy bien calados. Pero aquello era el pasado que no debía de volver… hoy en dia, mirando su discografía con perspectiva, el oyente diría que quizás, en lo sucesivo, se excedieron en eso de «mirar hacia el futuro», teniendo en cuenta el «zooropa» o el «pop», y sobre todo, con la estética que adoptaron… pero es un asunto que no nos ocupa, pues es de un pasado muy concreto de lo que estamos hablando. En la memoria hay un enorme taco de enormes canciones, indiscutibles. Pero repasando los cortes uno a uno, encuentro lo inevitable: siempre, tanto en el presente como en el pasado y como pasará en el futuro, querer estar a la última tiene el peligro quedarse en el paso de la moda, y prueba de ello son temas como «trying to throw your arms around the world» o «so cruel», pecaminosos de chillout anunciero dignos del mismísimo Moby.


Nevermind: Lo escuché por primera vez en cassette, en walkman y estando de colonias. me lo puso el chico mas mayor de todos los que ocupaban la primera planta de la casa, edificio que acogía, en la segunda, a los hijos de pudientes padres que se podían permitir enviarnos durante 15 dias a hacer el indio, y en la primera a niños con serios problemas, que por no tener, no tenían ni padres. Así que fue el mas malo de los malos, el que introdujo a nirvana en mis orejas por primera vez. Fueron 15 dias demasiado intensos: besar a una chica, llamar al teléfono erótico, destrozar a pedradas los cristales de un colegio cerrado por vacaciones, ver un correbous, emborracharse, pelearse, padecer una ruptura y escuchar a nirvana, todo por primera vez es demasiado como para olvidarlo. Y hacerlo entre los malos una señal. Con todo, el punk habia muerto y el rap estaba a la vuelta de la esquina: nirvana era lo nuevo. Una nueva manera, un todo vale, un cualquiera vale. Por mas que lo intentase, aquello no se podía mezclar en una mixtape (la mixtape para animar el fuego de campamento) con ninguno de los otros ingredientes que había en mi bolsa de casets: no quedaba bien, era demasiado serio, demasiado bueno, sonaba demasiado bien… acabé por dejarlo; ya solo quería escuchar nirvana. El verano terminó y el niño bueno que jugó a ser malo volvió con mamá. Ninguno de los otros gupos grunge que escuché en lo sucesivo me gustó, ninguno. Ni pearl jam, ni soundgarden… nunca mas volví a hacer aquellas trastadas, ni a dejar de escuchar nirvana, ni a dejar de pensar en aquella chica que me rompió el corazón.


Gure Jarrera: Palabras mayores. El disco que cambió mi adolescencia, o mi pre-adolescencia. unos meses antes había escuchado el primer disco de negu gurriak: base de ritmos, guitarra, bajo y voz rapeando. Me pareció una aberración. Que yo venia de kortatu y era punk! Al poco tiempo consideré, inteligentemente, que si Fermín Muguruza me había dado tantas alegrias, ¿por qué pensar que ya nunca mas me las daría? y me vi metido en el rap: fui con mi madre y mi hermana de compras, en navidad, a Barcelona. Le pedimos un disco cada uno. No recuerdo el de ella, pero el que yo elegí lo hice sintiendo que me tiraba a una piscina vacía. Se trataba del segundo disco de vinilo que compraba en mi vida, y creí demasiado atrevido no elegir más concienzudamente lo que adquiría. Ya nada volvió a ser lo que era: las crestas se mezclaron con los bambas, las cadenas con los chandals y las botas con las sudaderas, pero también el nihilismo con la postura. el Rock Radikal Vasco era historia. Esan Ozenki fue el adalid de la autogestión durante todos los 90 y Gure Jarrera el primer disco y padre de todo lo que vino después. auto-todo y plagado de skits, de temas empalmados, de bases programadas, jugaba a ser tan vasco como americano, tan punk como funk, tan hardcore como hip-hop. pero en serio: metiéndole el dedo en el ojo y alzando la voz por primera vez contra los responsables, con nombre y apellido (en el tema Ustelkeria acusaban a un pez gordo de la guardia civil de corrupción, el cual interpuso una demanda de la que salió ganador. Años después fue juzgado y condenado por los mismos hechos que Negu Gorriak denunció), como lo hacían los grandes al otro lado del atlántico. Aaaay, lo fan que llegué a ser.

Todavía faltarían muchos años para que algo me cambiara la juventud, de un modo igual de radical. Pero hablar de Stereolab o The Cardigans ya sería hablar de otro año, de otra época.»

  Zuma, bajista

 

 

 

 

HAVALINA
[http://www.havalina.es]

1991, según nuestras bandas (II) -

U2. Achtung Baby

«Sí, yo era fan de U2 en los 80. Recuerdo que escuchaba una y otra vez sus discos con mi amigo José Luis Sada (si no lo menciono me mata), y cuando apareció el single de adelanto de Achtung Baby, que fue «The Fly», nos quedamos boquiabiertos, no entendíamos nada, pero era espectacular. No podíamos esperar a escucharlo todo. Cuando por fin salió el disco, que por supuesto compré en vinilo, nada más empezar a escuchar «Zoo Station» con ese sonido de guitarra, la voz distorsionada, ufff, todavía tengo la misma sensación cada vez que escucho ese tema. Es un disco perfecto, que salió en el momento perfecto, con la banda en estado de gracia. Y barriendo para casa, un Adam Clayton absolutamente soberbio.

 

Red Hot Chili Peppers. Blood Sugar Sex Magik

Estaba convencido de que este disco se publicó en 1992, porque lo compré en Barcelona, en la calle Tallers, durante las Olimpiadas, que fui a ver con mis hermanos. Pero no, salió en septiembre del 91. En el piso de Barcelona en el que estábamos amontonados para pasar esos días, había un tocadiscos infame, pero yo no podía esperar para pinchar mi nueva adquisición. Mala idea, porque la aguja estaba tan vieja que nada más empezar a sonar me rayó el vinilo y lo tuve que quitar. Pasaron las Olimpiadas y volvimos a casa. por supuesto, lo primero que hice nada más llegar fue pinchar ese vinilo y empezar a dar botes por la habitación. Fue uno de los primeros discos en los que comencé a prestar mucha más atención al bajo que al resto de elementos. Claro, es Flea. Me lo tuvo que decir mi hermano Joaquín, «tu nuevo disco está muy bien, sobre todo el bajista ése, ¿no?». Pues sí, sobre todo el bajista ése, que mira que es pesao el tío, que no para de tocar, pero qué bueno…

 

Surfin´Bichos. Fotógrafo del cielo

No empecé a escuchar a los Surfin´a fondo hasta pasados unos años, lamentablemente justo después de que se separaran, pero de todos sus discos ésta sería mi elección. Un disco que mezcla con maestría la rabia y la dulzura, el ruido y el pop más redondo. y que tiene esa barbaridad que es la «Oración del desierto». Las letras de Fernando Alfaro siempre han sido de lo mejor que se ha escrito en la música de este país, y para mí ese tema no lo puede dejar más claro. Este disco lo hacían en España estos chavales mientras los Pixies publicaban Trompe Le Monde (que es otro gran disco del que hablar de ese año, aunque por ahí se diga que es el peor disco de los Pixies). Luego dirían que los Surfin´ eran los Pixies españoles y bla bla bla, pero ya era tarde, les dejamos pasar de largo y desaparecieron justo antes de que por aquí se dieran mejores condiciones para su éxito.

 

R.E.M. Out Of Time

Nos dieron tanto el coñazo con este disco en la radio y en la TV que me resulta difícil valorarlo con tranquilidad. Soy mucho más fan de algunos discos anteriores de REM, sobre todo de «Document», pero esto es el antes y el después de la banda, y aunque su apabullante éxito me provoque cierto rechazo inevitable (de puro aburrimiento, ya digo), es otro de esos discos perfectos que se merecen arrasar. Y contiene una de mis canciones favoritas de la banda, «Low».

 

Soundgarden. Badmotorfinger

La mayoría elige Superunknown como el mejor disco de Soundgarden. Es evidente, es un disco espectacular. Yo comencé a escuchar a esta banda precisamente con Superunknown, me lo compré nada más salir y quedé en estado de shock, como casi todos. Pero muy pronto me picó la curiosidad y busqué Badmotorfinger, porque había leído bastante sobre ese disco pero todavía no lo tenía (la economía era un tema serio por entonces). Sólo puedo decir «Rusty Cage». Vaya arranque de disco. Siempre me dio la impresión de que el sonido de Soundgarden como banda está en Badmotorfinger y en Louder Than Love, su disco anterior, y que a partir de Superunknown se aprecia más la personalidad de cada uno por separado. Otros dirán que me equivoco, pero en cualquier caso Badmotorfinger es una brutalidad, una colección de riffs impresionante. Rock.»

Ignacio, bajista

 


 

 

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