/Crónicas///

Nudozurdo – Bilbao (16/02/2013)

Leo Mateos, Meta, Josechu
7.7
Kafe Antzokia, Unas 150 personas
Precio: 6/8 €

Por fin, tras todo este tiempo podían recalar Nudozurdo en Bilbao. Y lo hacían con la seguridad que les aportaba un concierto dentro del programa GPS (Girando Por Salas) que promueve no sólo las giras de músicos noveles (en el caso de Nudozurdo serían los repetidores de la clase) sino también la profesionalización y normalización de las estructuras de estos conciertos de bandas más pequeñas. Objetivo loable, quizá un tanto utópico, pero de momento lo importante es la actividad frenética de conciertos que dinamiza cada día por toda nuestra geografía.

Teníamos como apertura a Amor de Tokyo, banda navarra que se presentó en formato de dúo. Tal como explicaron fue algo improvisado para no tener que renunciar a la fecha. Sin haberles visto en directo como banda al uso, pero habiendo escuchado sus temas de estudio me pareció que el formato les favorece. A veces los accidentes dan resultados sorprendentes y lo que de otra forma hubiera parecido indie-pop más genérico, en ese ambiente de folk semiacústico, con tan sólo guitarra un set de batería al mínimo y las voces de ambos, tomó un cariz más ensoñador. Finalizaron con una versión de El Columpio Asesino, banda en la que su cantante y guitarrista militó en su día.

La verdad que había expectación por ver a Nudozurdo por Bilbao aunque no tanta para un Kafe Antzokia que sólo llenan los más consagrados. Aparte, coincidencias como Love of Lesbian entre otras hacían mella en el asistente a conciertos de la vertiente más pop. Aún pensando que esa circunstancia fuera a implicar un público más fan de los de Leo Mateos, más respetuoso, lo cierto es que había una gran mayoría que estaba a la cháchara continua. Daba lo mismo que fuera un momento reflexivo o un clímax eléctrico de la actuación, ese hablar a gritos con el de al lado sobre cosas de extrema urgencia, es siempre tendencia. Eso sí, cuando termina la canción toca gritar y aplaudir a rabiar.

Ciñéndonos a lo musical, el trío madrileño ofreció un concierto que fue el típico caso de menos a más. Arrancaron con temas de su tercer disco y con un sonido no del todo ajustado. El bajo parecía comerse toda esa magia de capas y texturas que es su música en «Golden Gotele» y la cosa tampoco parecía ponerse demasiado memorable con «Chico Promo». Pero sí que nos daba para apreciar la especial idiosincrasia de la banda, entre el pop y el rock, ese Leo frío y distante al micrófono, muy rígido con su guitarra en una postura más post-punk, mientras que su sección rítmica proyecta una imagen más rock. Al mismo tiempo esos himnos oscuros que paradojicamente atraen a las masas, incluidas muchas parejas entre el público, con lo importante que es el tema del desamor y las relaciones malsanas en su cancionero. Pero bueno, si adalides del mal rollo como Joy Division son un icono pop, por qué ellos no.

En cuanto a setlist la cosa se animó mucho con la dupla «Ha Sido Divertido» y la colosal «Mil Espejos», en la que ya notamos como cada vez todo se acoplaba mejor y al mismo tiempo que hay un componente espontáneo en su directo que emborrona, para bien, aún más esas melodías llenas de niebla. Y a partir de aquí ya estaría la senda plagada de hits nuevos o viejos pero en cualquier caso, canciones capaces de mantener un clímax y una tensión muy altos. Los ritmos cada vez más crispados de la paranoide «Prometo Hacerte Daño», esa «Dosis Modernas» que comienza en la desnudez más absoluta y acaba en una escalada épica de electricidad, cálidos hits aterciopelados que ya teníamos olvidados («Ganar o Perder»), la arrebatadora velocidad de «Cementerio de Errores» de su último EP o la inevitable «El Hijo de Dios», casi todas rematadas con tormentas eléctricas que superaban, previsiblemente además porque es lo que piden, a sus versiones de estudio.

Tanto que con un ensordecedor ruido nos dejaron esperando los bises hasta que volvió Leo a tocar un tema en solitario antes de que sus compañeros volvieran a unírsele para un estallido final por medio de la oscuridad palpitante de «Conocí el Amor» y la garajera y bailable «Negativo», buenos ejemplos de hits de esos dos pilares discográficos que marcan su camino en letras grandes del indie-rock hecho en este país e idioma. Del homónimo ya no parecen acordarse mucho y sorprendentemente su último EP tuvo menos repercusión en directo de la esperada. Nosotros nos quedamos con los momentos en que, además de deleitarnos con una gran canción, que las tienen como para dejarse muchas fuera, nos consiguen hipnotizar instrumentalmente.

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16 de febrero de 2013