/Crónicas///

Mark Lanegan – Bilbao (27/03/2012)

Mark Lanegan, Aldo Struyf, Steven Janssens, Frederic Jacques, Jean-Philippe De Gheest
7.5
Kafe Antzokia, Lleno
Precio: 22,50 ant.

SETLIST MARK LANEGAN

The Gravedigger’s Song

Sleep With Me

Hit the City

Wedding Dress

One Way Street

Resurrection Song

Wish You Well

Gray Goes Black

Crawlspace (Screaming Trees)

Bleeding Muddy Water

Quiver Syndrome

One Hundred Days

Creeping Coastline of Lights (Leaving Trains)

Riot in My House

Ode to Sad Disco

St. Louis Elegy

Tiny Grain of Truth

 

BISES

Pendulum

Harborview Hospital

Methamphetamine Blues

Gran expectación como siempre por ver a una de las figuras más emblemáticas del rock de las últimas décadas como es Mark Lanegan abrir su gira en Bilbao. El vocalista más serio del mundo no ha dejado de venir en los últimos años, pero hacía ya su tiempo desde que no lo hacía con su banda de rock y presentando un nuevo disco en solitario.

Primero salieron a escena Creature With The Atom Brain. Sabíamos que eran amigos del cantante y que habían colaborado en sus respectivos discos, lo que no sabíamos es que el 50% de la banda forma parte de la actual Mark Lanegan Band también como luego veríamos. La banda liderada por Aldo Struyf, cantante y vocalista, quien fuera teclista de los excelentes Millionaire desplegó ese rock alternativo, que ni es indie-rock ni es stoner, un poco en la onda de los citados Millionaire, pero sin el toque más pop y muy orientados a la psicodelia de guitarra con algunos espacios para el riff de corte más postgrunge. Una hipnosis bastante contundente y más monolítica de lo visto en disco.

Después volveríamos a ver a Aldo a los teclados y ocasionalmente guitarra con Mark Lanegan mientras que Jean-Philippe de Gheest (el batería) regresaba a su instrumento. Completaban la formación 100% belga, Frederic Jacques al bajo y Steven Janssens con su tupé a la guitarra principal. Una formación más que sólida, sobre todo teniendo en cuenta la heterogeneidad que ha alcanzado el repertorio del cantante, y en la que tan sólo tuvimos que lamentar la ausencia de una voz femenina. Esto se apreció pronto, en cuanto cayó la colosal «Hit The City», deslucida sin contrapartida a la voz rasposa de Lanegan. La cosa había empezado antes con una algo atropellada «The Gravedigger’s Song» que no nos daba buena espina sobre la capacidad de la banda por clavar la colisión de rock y electrónica plasmada en el último disco.

Digamos que el recital se fue más o menos calentando hasta llegar a «One Way Street» y «Resurrection Song», una dupla muy mítica que sonó bien y demostró, al menos a esas alturas de concierto, que los ambientes menos saturados y más clásicos para el cantautor eran los que mejor sonaban. En parte se puede deber a que su voz es más fácilmente apreciable que cuando todos los instrumentos luchan por hacerse oír a alto volumen. Quizá Lanegan consciente de lo bien recibido que ha sido su «Blues Funeral» no hizo la jugada de tocar lo nuevo al principio sino que lo dosificó. Con «Gray Goes Black» nos dio un poco la sensación citada, que el ritmo iba demasiado apresurado para que su voz luciera.

El asunto mejoró con «Crawlspace», quizá una prueba para fans, ya que es uno de los temas inéditos recopilados en el reciente «Last Words» de Screaming Trees. Sonó genial y Lanegan sabe que esto no hace sino acrecentar nuestras ganas de una reunión tarde o temprano (¿se animará ahora que su colega Dulli ha dado el paso?). De algún modo sentó las bases para las grandes canciones de guitarras pesadas que estarían por venir y, casualmente o no, fue punto de inflexión ascendente del concierto. Poco después vendría el rock duro de «Quiver Syndrome», con menos matices sintéticos que en estudio o «Riot In My House», esta última con pinta de convertirse en un clásico para siempre.

«Ode To Sad Disco» por su parte estuvo divertida, curiosa, pero ya no sólo es que no pegue en el repertorio, es que crea una sensación muy rara; la de una canción con la que deberíamos estar todos bailando como locos, interpretada por una banda más bien estática. «St. Louis Elegy» por su parte no deslució demasiado y eso es bastante, al compararse con la arrebatadora «One Hundred Days» y su infalible versión del «Creeping Coastline of Lights», ya totalmente suya.

Con la pirotecnia electropsicodélica de «Tiny Grain of Truth» la banda se despidió en un momento dulce. Volverían para darnos medidas raciones de sus diferentes facetas y todas supieron a gloria. Primero el blues bañado en whiskey y gótico americano de «Pendulum», después el épico y redentor synth-pop de «Harborview Hospital» (otro nuevo clásico absoluto) y finalmente esa salvajada parida al calor de QOTSA que es «Methamphetamine Blues». Por supuesto, nadie «queríamos abandonar ese cielo tan pronto», pero aquí acabó la cita con un Mark Lanegan que luego según anunciarían (no por su boca, sino la del teclista) saldría a firmar discos a los fans. No hemos comentado nada del caracter del cantante sobre el escenario porque nos parece redundante a estas alturas, pero como es habitual su pose de agarrar el micro con una mano arriba y otra abajo dominó el 90% del tiempo, aunque si agradeció escuetamente el calor del público de vez en cuando.

Un buen concierto que cayó por el propio peso de su carisma, una banda muy competente y el repertorio, pese a que quedaran tantísimas en el tintero. Venía presentando el último disco y el número de nuevas tocado es sin duda, lo normal, pero dejarse precisamente «Leviathan», ante la manga ancha para meter otras, no es buena decisión. En cualquier caso, no podemos decir que este concierto estuviera a la altura de sus giras acústicas. Y es que me da la sensación de que por mucho que recurra a guitarras, el Lanegan guitarrero más acertado es el que tuvo esa época con Screaming Trees, mientras que el electrónico es el que hizo lo propio con Soulsavers o incluso en un término medio, con The Gutter Twins.

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27 de marzo de 2012